La escritura perpetua

Por los pelos

La obra alcanza sus momentos de mayor interés en las zonas que se intuyen escritas directamente por Paul Pörtner y desafina en ciertas aportaciones libres

Publicado: 15/07/2019 ·
12:31
· Actualizado: 15/07/2019 · 12:31
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Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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‘Por los pelos’ se anuncia como “la comedia más representada de la historia en Estados Unidos”. Y ya es un clásico con letras minúsculas del teatro de humor con interesantes dosis de intriga. En los años 90 se hizo una sugerente versión de esta obra, que protagonizó el inolvidable Ángel de Andrés, y que permaneció durante mucho tiempo en la cartelera madrileña y posteriormente realizó una larga gira por España. Como ahora. ‘Por los pelos’ se representa en el Teatro Príncipe Gran Vía, de Madrid, con su dosis de suspense, de gracia y de cuidada improvisación por parte de los intérpretes en las zonas en las que la obra lo exige. La peluquería se ha modernizado y está muy a la moda, en relación a la que recordamos de los 90. Los protagonistas van y vienen con sus vidas extravagantes por la peluquería, hasta que muere asesinada en el piso de arriba una famosa, anciana y rica pianista, a la que nunca llega a ver el espectador.

Ahí comienza la investigación policial, dirigida por el comisario que muy acertadamente encarna el veterano actor Juan Gea. Hay cuatro sospechosos. Bárbara Marcos, la ‘superbaby’ que trabaja como peluquera en el local; Toni Carreras, propietario de la peluquería y persona excesiva en todo; Eduardo Santamarta, que vive de sus extraños negocios; y María Elisa de Boluda y Agramunt,  señora del barrio de Salamanca de Madrid subida al euro, que podría encuadrarse, sólo que con más años, en lo que Francisco Umbral denominó “las chicas de Serrano”. 

La obra alcanza sus momentos de mayor interés en las zonas que se intuyen escritas directamente por Paul Pörtner, el autor, y desafina algo en ciertas aportaciones libres de esta versión. Como cuando María Elisa Boluda llega con retraso a la peluquería y exclama: “Ya no se puede llegar en coche a la Gran Vía de Madrid. Suerte que a Madrid Central le quedan tres días”. O cuando el joven policía dice: “De momento el artículo 155 no ha llegado a Madrid”. Humor excesivamente fácil. Pero ‘Por los pelos’ es una función dinámica, sin respiro, muy agitada por la excelente dirección de Santiago Sánchez, en la que el público participa para ayudar a la Policía en sus pesquisas, y el día en el que asistimos a la obra todos lo hicieron de manera activa, incluso con cierta euforia. ‘Por los pelos’ es, pues, una obra refrescante, con color, muy apropiada para estos días de verano, en los que queda muy bien la intrascendencia de lo trascendente o al revés.

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