La escritura perpetua

Alzheimer

‘Remember Me’ es una sensacional, emotiva, tristísima y, a la vez, entusiasta película, que invita al espectador a vivir intensamente

Publicado: 17/06/2019 ·
11:53
· Actualizado: 17/06/2019 · 11:53
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Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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‘Remember Me’ es una sensacional, emotiva, tristísima y, a la vez, entusiasta película, que invita al espectador a vivir intensamente, incluso cuando el tiempo nos alcanza. “Nunca es tarde”, parece transmitirnos el director, Martín Rosete, en esta película española, rodada en inglés, que se estrenará el dos de agosto. El personaje que interpreta de manera colosal Bruce Dern (‘Nebraska’) es un viejo crítico de teatro, que vive en soledad con la única compañía de un vecino y amigo con el que comparte aburridas y obsesivas conversaciones sobre la medicación que toma uno y otro. Una mañana él acude a la revista en la que colabora en esta recta final de su vida para preguntar sobre el artículo que envió en torno al dramaturgo alemán Heiner Müller. Ya no se publicará en en papel, sino en la web, en Internet. Pero repentinamente todo parece dejar de importar al viejo crítico de teatro. Durante esa conversación se ha enterado de que Lilliam (una brillante Caroline Silhol), primera actriz francesa que ha sido el gran amor de su vida, ha ingresado en una residencia de enfermos de Alzheimer. Él mira una remota fotografía y exclama: “Te quería de verdad”. ‘Remember Me’ es una fabulosa historia de amor que viene a decirnos que en la vida hay llamas que no se apagan nunca. Ella y él se conocieron en 1978 durante una representación de ‘Medea’. Pasaron fugaces pero intensas noches de amor, porque él vive en EEUU y ella en Francia. Y ahí llega él, a la residencia, haciéndose pasar por enfermo de Alzheimer, y encuentra a una mujer ensimismada, olvidada de sí misma, con la mirada extraviada en un punto ubicado en el infinito, ausente pero muy hermosa. Él ordena enviar a la habitación de Lilliam ramos de las flores que a ella más le gustaban, y un CD con la canción favorita, esa que ellos bailaban lentamente para que el reloj no marcara las horas. Lilliam reacciona con sonrisas. Pero no recuerda. Tampoco cuando él le muestra una foto de ambos: “¿Son tus hijos?”, pregunta ella.

Pero una compañía de teatro va a actuar en la residencia. Él habla con su nieta, actriz aficionada. Y se las ingenia para que representen ‘Cuento de invierno’, de Shakespeare, la obra en la que más brilló Lilliam. Durante la actuación, la chica se calla en un monólogo. Y Lilliam sube entonces al pequeño escenario y empieza a decir las palabras de Shakespeare. Como entonces. Como cuando la vida era vida. Caerá el telón entre aplausos. Y más… Porque la vida exige siempre empezar a vivirla.

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