Cuando se habla de dinero, todo lo demás acaba pasando a un segundo plano y llegan las comparaciones y con ello la indignación y rabia contenida por la falta de equidad entre los diferentes casos, máxime cuando se habla de políticos. Está claro que el tema de Juan José Cortés ha elevado esta situación a un tono que va más allá de la realidad, llegando a improperios que sobrepasan los propios argumentos, dejando al diputado en una situación un tanto controvertida, a espera de que algún entendido en la materia razone con veracidad estos datos y nos saque de las miles de dudas que ha creado dicha incapacidad y su respectivo montante. Pero no seré yo, sin datos concisos, quien entre en dicha batalla que, imagino, ya estarán debatiendo en foros internos, esperando la leña. Pero al margen del sueldo del señor Cortés, que estará o no en su derecho, hay un hecho que sí me preocupa y es el motivo de dicha incapacidad, que entre “las discales” se argumenta depresión, que por otra parte, es lícito tras todo lo sufrido. En eso, nada que alegar, y particularmente, yo no creo que pudiera reponerme ante una dolorosa pérdida como la suya, teniendo en cuenta además las formas en las que ocurrió.
Pero, ciñéndonos al caso, ¿qué es la depresión? Grosso modo, según los informes publicados por la Organización Internacional del Trabajo, la depresión es un trastorno mental común que a nivel mundial afecta a más de 350 millones de personas. Los síntomas de depresión abarcan: estado de ánimo irritable o muy bajo, dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño, cambio brusco en el apetito y a menudo con aumento o pérdida de peso, cansancio y falta de energía, sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa, dificultad para concentrarse, movimientos lentos o rápidos, inactividad y retraimiento de las actividades usuales, sentimientos de desesperanza y abandono, pensamientos repetitivos de muerte o suicidio y/o pérdida de placer en actividades que suelen hacerlo feliz, incluso la actividad sexual.
Ante estos síntomas, la pregunta que me hago, más allá de lo controvertido del dinero que percibe, que ya tiene su tema: ¿se puede desarrollar una responsabilidad de diputado con los posibles síntomas mencionados? Cuando existe una baja de estas características, imagino que no. Entonces, ¿está capacitado Juan José Cortés, dada su depresión, para asumir dicha responsabilidad? Si así fuese, no entiendo bien el motivo por el que estaba cobrando, dejando más dudas en este confuso tema. Está claro que algo no cuenta en toda esta historia, más allá de los coches, locales y los 16 euros en sus cuentas.
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