Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Esa estrofa de Antonio Machado que a todos nos suena se convierte en el nuevo sino del Recreativo. No ha podido ser, el Decano no pudo ascender por la vía directa a Segunda División, pero por suerte, y gracias al enorme mérito de ser primero de grupo, mantiene su oportunidad. El rival en esta ronda es el Mirandés y de nuevo vamos a vivir dos semanas de tensión a gloria o muerte. Si nos basamos en lo deportivo imagino que el objetivo es volver a ser el Recre de liga, ese que no perdía, no encajaba goles y te conseguía un golito oportuno. Es ser ese Recre que no hemos podido demostrar ante el Fuenlabrada. Al fin y al cabo son nuestras armas, son las que nos han llevado a la cima de la tabla y las que nos dieron todos estos magníficos records, así que no queda más que morir con nuestra esencia.
Y es que creo que el equipo es lo que sabe, tanto que el intento de remontada del pasado domingo quedó un poco mermado en la primera parte. Y aún así el conjunto madrileño estuvo muy afortunado, especialmente su portero Biel Ribas y la segunda parte fue intensa. Así que concentrados en Miranda del Ebro, respetar al rival al máximo y salir con más inteligencia que por la vía rápida.
Lo que también es normal es el pequeño bajón emotivo en la afición. Es tan normal como que es un espejismo o un mecanismo de defensa. Detecto más silencio, menos euforia y una calma que llama a la concentración. Aún queda mucho camino, el camino “largo”, y es que estos 180 minutos van a ser intensos y luego, si tenemos la fortuna y el talento de pasar de ronda, otros 180 más intensos todavía. Pero no creo que la gente esté deprimida, sino más bien se está cambiando la estrategia. Nada de recibimientos masivos, de agasajos. Se está normalizando el comportamiento de la liga, porque este Recre no es más que una hormiguita trabajadora que va cumpliendo sus pasos. Si ya tuvimos que esperar hasta la penúltima jornada para ser líderes y la última para confirmarlo matemáticamente, la experiencia a corto plazo nos dicta que hay que creer y confiar en nuestra esencia. Siempre vamos a sufrir, es parte de lo que somos. Y en varias ocasiones se nos recompensa con la gloria. Porque lo innegable en todo este camino largo es que el Decano nunca está solo. Su gente siempre lo acompaña, puede que más o menos eufóricos, pero siempre está ahí. Quizás lo de remar era tan sencillo como dejar hacer a esta afición, que sea como es.
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