Las primeras escaramuzas se han cobrado ya dos dimisiones en el seno del gobierno andaluz, ambas, en el segundo nivel, tras los ceses de la que fuera secretaria general de Universidades, Pilar Ariza, a cuenta de la supresión o no de la bonificación de las matrículas de los alumnos y de la que fuera Directora General de Fondos Europeos, Isabel Álvarez, cuyo trabajo no estaba resultando del agrado del Consejero de Economía, Rogelio Velasco. En principio, estas caídas tienen un alcance muy limitado y desde la Junta las circunscriben al ámbito estrictamente personal de las afectadas. Pero en la oposición han olido sangre y apuntan a desencuentros importantes en el equipo de Juan Manuel Moreno. Tanto es así que la socialista Susana Diaz no hace más que decir a los suyos que la vuelta a San Telmo está próxima, un anuncio con el que trata de sembrar esperanzas y aliviar, igualmente, el impacto que todavía se mantiene en las filas del PSOE por la pérdida de la Junta.
Salvo los mencionados últimos movimientos, lo cierto es que no se vislumbran, al menos, a corto plazo, riesgos serios de fractura o desestabilización del gobierno de coalición de PP y Cs. Ya tiene listo para someter a debate y aprobación, tras las elecciones municipales, sus primeros presupuestos que se van a convertir, de esta forma, en su principal eje de actuación así como, también, en una poderosa herramienta para tratar de obtener los correspondientes réditos políticos al presentar unos números ya con menos apreturas debido a la bonanza económica registrada. Ni siquiera lo que pueda suceder en las elecciones municipales debe alterar la hoja de ruta a Moreno y a su socio, el vicepresidente, Juan Marín. Para aquellos que especulan con un corto recorrido de esta alianza ante la opa hostil desplegada por Albert Rivera para hacerse con el control total del centro derecha en España, cabe recordar el extraordinario valor que ha supuesto para dichas fuerzas el desalojode los socialistas de la administración andaluza. Ese afán de expulsarlos del poder se ha convertido el principal objetivo de un Rivera cada vez más radicalizado en su beligerancia con el PSOE. Solo esa obsesión antisocialista actúa por sí sola de suficiente pegamento para descartar cualquier sobresalto en el devenir del gobierno de PP y Cs. Eso sí, hasta que los aliados de la ultraderecha de Vox quieran.
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