El ojo de la aguja

Fallece Jorge Castilla

Amigo de verdad, Jorge Castilla, impresor, editor, propietario de la desaparecida imprenta Tartessos, ubicada en el mismo corazón de la Isla Chica

Publicado: 21/01/2019 ·
21:44
· Actualizado: 21/01/2019 · 21:52
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

VISITAR BLOG

Mi hija pequeña, Juani de los Santos, me dio la dolorosa noticia, Jorge, de tu fallecimiento. Amigo de verdad, Jorge Castilla, impresor, editor, propietario de la desaparecida imprenta Tartessos, ubicada en el mismo corazón de la Isla Chica, frente al ambulatorio de Perlita de Huelva. Y, como digo, impresor, fue el que editó mi primer libro en prosa poética que tanto éxito tuvo en Barcelona, más que en Huelva como bien sabías  ‘Lucero, mercurio y éter’. Jorge Castilla, hemos sido vecinos de piso una gran parte de nuestra andadura por la vida, familia con familia, y, por añadidura, amante de las cosas de Huelva y de la cultura, recreativista de pro, lacónico en el habla, pero sincero como la verdad misma. Te has ido sencillamente como un hombre bueno, sentidor y sufridor en silencio, callado en lo doliente para que tu dolor no trascendiera, quitándole importancia.  

La última vez que nos vimos fue en la avenida José Fariñas, donde vivías, ibas con tu querida esposa, Mari, la buena poetisa. Ya en aquel encuentro me confesabas que no sentías dolor alguno, pero que cada vez te encontrabas más delgado. Mari, testigo de lo que me decía, salió al paso y se reafirmaba: “Es así, Juan, no se queja, pero la delgadez sigue, y no dan con lo que tiene, hemos visto médicos aquí y en Sevilla, de la Seguridad Social y la privada, y no dan con la dolencia”. Mari se sentía mal y a uno que le costaba hilvanar adjetivos consoladores que aliviaran su incertidumbre.

Dirigiéndome a mi amigo Jorge le dije: “Nosotros, ya con nuestras edades, tenemos que tratar de saber resistir”. Pero resulta que como quedó escrito más arriba andaba por delante el hecho de que la dolencia que arrastrabas, Jorge, era una dilema , no como lo eras tú como persona, claro y trasparente. A la hora de tu ida todo se tornó en un mar de confusiones dilatadas en el tiempo hasta el punto que dejaste a tu esposa, hijas, Cinta Mari y Almudena y demás familiares, en una en un socavón de dudas e incredibilidad.

Jorge, un desgarro inevitable me agarra y mi sensibilidad como poeta que conociste te envía con fervientes sentires este soneto: Jorge, amigo, tu voz quedó callada/te has ido en silencio, de puntilla/como hombre bueno de esta villa/dejando a tu familia desolada/Un golpe bajo dejó el alma atrapada/como a la barca varada en la orilla/  que quiere y no puede con la quilla/salir a la hora más deseada/Me has roto más el corazón doliente/y la palabra me sale con trabajo/de la pena honda que me embarga/la noticia de tu muerte por sorprendente/ha hecho que me venga abajo/ y un pesado dolor me embarga.

  Dolor y congoja en tu querida esposa, hijas,  familiares y todas aquellas personas que, de alguna manera tuvimos la suerte de conocerte por la bondad y la sencillez que siempre transmitías y que nos hacía obligadamente participar de ella. Descanse en paz. 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN