La presidenta del parlamento andaluz lo tiene claro. Proponer como presidente de la Junta de Andalucía a Juanma Moreno era su misión y así lo hará y en pocos días todo el periplo habrá concluido. Presidente por sorpresa, pero presidente al fin y al cabo. Un candidato que inició la campaña desahuciado ocupará el Sillón de Hércules de San Telmo. Como Carlos Fuentes hablaba de la Silla del Águila para señalar la de la Presidencia de México.
Se ha llevado a cabo el cambio de presidencia en dos escenarios. El del pacto PP-Ciudadanos y el de PP-Vox. Son indudablemente vasos comunicantes o todo se atascará a la primera votación parlamentaria y la Junta se paralizará. Del primer bloque hay muchos puntos que hasta la oposición tendrá complicado decir que no: La separación inmediata de los cargos públicos que sean imputados por delitos de corrupción hasta la decisión definitiva del juez, la auditoría integral del gasto de la Junta, el inicio de la tramitación de la reforma del Estatuto de Autonomía para la supresión de los aforamientos o de una ley andaluza de Protección de los Denunciantes del Fraude y la Corrupción y la creación de una Oficina de lucha contra el fraude y la corrupción, las ayudas a los autónomos o la reducción administrativa. Forman parte de las medidas para los cien días de gobierno y algunas del anterior programa entre PSOE y Ciudadanos. Que sepan desde ya que corren volando.
La gramática parda está en el segundo escenario. En el del pacto de PP con Vox. Independientemente de la letra rectificada de las disparatadas propuestas de Vox, el PP y Ciudadanos no pueden ignorar –como no lo desconoce ya la opinión pública – las verdaderas intenciones del nuevo partido del escenario andaluz. La pata que han enseñado en los temas claves dela autonomía, la igualdad entre hombre y mujer, la violencia de género y la demonización de la inmigración han quedado blanco sobre negro en las propuestas anunciadas y han conmovido al panorama político español, no ya sólo al andaluz.
La enorme proliferación de planes de choque que se contemplan en sanidad, educación, servicios sociales, familia, fiscalidad, empleo y otros requieren importantes fondos económicos y va a ser muy difícilmente compatible con las rebajas fiscales a gogó y el compromiso de estabilidad económica en los presupuestos que ufanos y confiados dan por hecho en el programa conjunto.
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