El ojo de la aguja

Xenofobia

La xenofobia se está apoderando de la vetusta Europa y no se hallan fórmulas ni entendimientos para contener la llegada de pateras

Publicado: 15/10/2018 ·
12:44
· Actualizado: 15/10/2018 · 12:44
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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El  primer paso para reverdecer los sentimientos de xenofobia en Estados Unidos lo dio el presidente Clinton al aprobar las recomendaciones para suprimir un tercio de los visados existentes que daban paso a los emigrantes. Con ello se comenzó a reducir una parte importante de los visados anuales que, sin duda alguna, afectaban a la mayoría de los países que enviaban más emigrantes, como México, República Dominicana, Filipinas, etc. Me temo que esta medida radical, emanada del elevado índice de paro  existente en la sociedad norteamericana, pudo servir de simple espejo en el que se pudieron mirar muchos países europeos, entre los que nos encontramos nosotros por aquello de nuestras fronteras con los pueblos africanos.

El fantasma del paro, irreversible, en nuestra piel de toro, también está obligando a muchos ciudadanos a realizar tareas y funciones profesionales  no cualificadas, supeditadas a contratos temporales y ‘basura’, algo que se nos presentaba siempre algo lejano y poco edificante, con el privilegio para mayormente marroquíes y senegaleses.  Estas tareas de personas no cualificadas en las últimas décadas se han venido realizando por los conocidos ‘sin papeles’, desde las costas de Almería, Granada, Málaga y Cádiz, en esta última provincia con más asiduidad, para luego tomar el rumbo durante el periodo de la fresa a nuestra provincia.

Hace algunos años, estas tareas agrícolas solo las realizaban pequeños grupos de emigrantes marroquíes que, mayormente, se asentaban en chabolas en las afueras de las poblaciones de Moguer, Palos y Lepe, para realizar el laboreo agrícola de la fresa. De algún tiempo a esta parte, no mucho, esta función, paulatinamente, ha ido cambiando de manos. Muchos trabajadores temporeros de otras comarcas de nuestra tierra, y por citar una, el deprimido Andévalo, han ido suprimiendo poco a poco a mano de obra del emigrante, sobremanera en poblaciones de su comarca a través de la afloración de la mano de obra de los cítricos.

Lo muy cierto es que con la llegada al poder del presidente estadounidense Trump, la política norteamericana dio un vuelco de 360 grados,  al menos verbalmente y con la impronta actitud que adoptó el mandatario frente a la emigración mexicana, ante la que pretendió hacer una muro para contener a la  avalancha de emigrantes mexicanos, y cuyo coste sería sufragado por el propio México. Todo una pasada. Sabido es que al peor enemigo no se puede tener tan cerca, algo que en política suele ser tan básico. Se le tiene que dejar su tiempo y espacios.

En resumen, la xenofobia se está apoderando de la vetusta Europa y no se hallan fórmulas ni entendimientos para contener la llegada de pateras, en las que muchos emigrantes agrandan la tumba del Mediterráneo sin necesidad de ser incinerados. Algo miserable y doliente que nos toca vivir en estos tiempos.

 

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