Matrícula de deshonor

Tiranía en el mercado laboral

La situación laboral en Huelva sigue siendo deprimente para muchos ciudadanos, que malviven por miserables sueldos a merced de sus caciques empresarios

Publicado: 15/10/2018 ·
12:43
· Actualizado: 15/10/2018 · 12:43
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Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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La situación laboral en Huelva sigue siendo deprimente para muchos ciudadanos, que malviven por miserables sueldos a merced de sus caciques empresarios, que aprovechan esta débil economía para sacar tajada y seguir llenando sus arcas. Es vergonzoso el trato que reciben los onubenses en algunos sectores laborales, tanto por los sueldos que reciben como por la cotización obligatoria a la Seguridad Social, que no olvidemos, es un delito que se comete a gritos y que pocos quieren abordar. 

Este hecho es latente en casi toda Huelva y son pocos los establecimientos que se salvan de tan deshonrosa actitud, en la que hacen participe al inseguro trabajador, con patrañas indignas y propias de maleantes. Ni es la primera vez, ni creo que sea la última, en la que dedique un espacio a este tema tan desagradable que suelo escuchar por compañeros cocineros, camareros y demás profesiones hosteleras, del trato tan vejatorio a los que son sometidos por estos sinvergüenzas de tomo y lomo, que casi por necesidad, deben soportar, no sólo dichos sueldos, por llamarlos de alguna manera, también las formas en las que son tratados, donde el respeto brilla por su ausencia. Contratos en los que sólo aseguran dos horas al día, mientras son exprimidos trabajando 12 horas, sin ningún tipo de pudor. ¿Dónde están en esos momentos las autoridades competentes que deberían velar por la seguridad del trabajador?

Lo absurdo de todo este indignante asunto es que acaba enfocado en el propio ‘currante’, preso de sus miserias, las mismas que le hacen ‘tragar a espuertas’ las largas horas en su bar o restaurante de turno, con esa sonrisa siempre presente, y la rabia prisionera de su carga familiar, a la que debe mantener. Lo espantoso es que no observo campañas de sensibilización en este aspecto, no conozco estrategias que se hayan marcado para minimizar este desorden laboral, no percibo temor ni conciencia en los delincuentes empresarios, que siguen campando a sus anchas al margen de la ley o con ésta a su favor. Quien permite que se tiranice a los ciudadanos no está tan lejos de esta misma actitud, en la que espero, se tomen las pertinentes medidas.

 

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