Matrícula de deshonor

Condenados

La historia de Huelva en los últimos años ha estado conectada a estas enormes balsas

Publicado: 08/10/2018 ·
11:48
· Actualizado: 08/10/2018 · 11:48
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Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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He decidido acercarme al estuario del río Tinto, espacio enorme en el que se han ido acumulando a lo largo de los años toneladas de fosfoyeso, observando el inerte paisaje de olor ácido, que mi vista no lograba alcanzar con nitidez. Hacía bastante tiempo que no pisaba el blanquecino material polvoriento y había olvidado el silencio sepulcral que se percibe en la enorme balsa, estando a tan poca distancia de la ciudad.

Instintivamente, me tapé la boca y fosas nasales, como si con ello pudiese evitar el posible daño de los químicos y materias radioactivos vertidos sin escrúpulo en aquel paraje. Quería visualizar el daño real que nos asecha cada día, tomando contacto directo con este foco contaminante y conflictivo. La historia de Huelva en los últimos años ha estado conectada a estas enormes balsas, como referencia del tejido industrial que marcó nuestra economía, nuestra salud e incluso, nuestras relaciones, condenándonos a un determinado estilo de vida, del que nos está costando salir.

Los ciudadanos conocemos el precio que estamos pagando, pero no somos tan conscientes de la realidad que vivimos, y hemos naturalizado tanto la industria, que cualquier afección física la achacamos a ella, pero asumiendo y aceptándola como un hecho intrínseco del que no podemos prescindir. Un informe -otro más- del Consejo de Seguridad Nuclear salió a la luz el pasado miércoles, en el que afirman categóricamente la presencia radioactiva en seis puntos de la geografía nacional, de los cuales, dos de ellos se encuentran en Huelva: “1.600 metros cuadrados con cesio-137 en las marismas de Mendaña, en el estuario del río Tinto en Huelva. Y las 1.200 hectáreas con radio-226 en el estuario del río Tinto en Huelva, antes de su confluencia con el río Odiel, donde está la enorme balsa de fosfoyesos”, CSN (2018). Con datos así es normal que el miedo vuelva a la ciudadanía, paralice el turismo y minimice las posibles estrategias empresariales alrededor de éste.

Como he dicho, estamos condicionados y me resisto a seguir sufriendo esta condena. El martes 6 de noviembre, a las 19.00 horas, tendremos la oportunidad de luchar contra esta lacra industrial, tendremos la oportunidad de manifestar nuestra desconformidad con los residuos radioactivos que nos acechan cada día. Yo estoy al lado de Huelva, de mis hijos, de mi gente. Yo no faltaré a la cita.

 

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