El ojo de la aguja

Yo, la droga

En mí se refugia el débil de carácter, el enfermizo de espíritu que rechaza la sociedad. Hasta mí llega la desesperanza ornada de los mejores oropeles

Publicado: 18/06/2018 ·
10:55
· Actualizado: 18/06/2018 · 10:55
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Formo parte del hemisferio desde que el mundo es mundo. Me he movido siempre en lo negativo de las cosas, y mi verdadero ejercicio llega a lo más exacto de las dimensiones pese a los muchos obstáculos que, por diferentes motivos, en mayor grado estoy encontrando.

Ya, en el pretérito, a través de las tribus y los pueblos aborígenes de todos los tiempos, conseguí el mayor espacio de voluptuosidad, y en muchos casos, pude darle un giro muy distinto a la concepción de precedentes civilizaciones. Me muevo en absoluta libertad en el género humano. Cada vez estoy teniendo una mayor aceptación debido a las debilidades de la especie, que hallan en mí su fortaleza y el mejor de los refugios. He sido y mantengo el tipo, auténtica protagonista de diferentes épocas, gobernantes, empresarios,  artistas,  escritores, deportistas, poetas -cuánto le debo a Charles Baudelaire-, me tuvieron siempre presente, aunque algunos tuvieron intentos de desestabilizarme pero tan solo consiguieron mi expansión en todos los frentes donde se mueve y opera el ser humano.

En mí se refugia el débil de carácter, el enfermizo de espíritu que rechaza la sociedad. Hasta mí llega la desesperanza ornada de los mejores oropeles. Abro las puertas de todos los pasillos de mi nada absoluta para todos los entes. Cada vez más aumenta el número de mis seguidores y con mi presencia agrando de una manera galopante esa oquedad de sangre y oro que se escuda en la enfermedad, la miseria, la opulencia y la muerte, consiguiendo defenestrar todo lo que a mí llega convertido en un pseudo juego de espejos convexos.

Congresos, campañas interminables en todos los países del mundo, tratan de abolirme, y sin embargo, cuando esto ocurre es porque mi estado vivencial se halla más realizado. No dejo de reconocer que siempre se me ha combatido pero de todo he salido airoso y fortalecido, y mi finalidad ha estado por encima de estructuras y de los intereses de los gobiernos.

Estoy consiguiendo llegar a mi máxima expresión en esa lucha paralela del mundo que señaliza el dolor y lo placentero, ante la incapacidad de la especie de conseguir un verdadero equilibrio de voluntades. Es aquí donde hallo la mayor resistencia, pero no obstante, caen y vuelven a caer en mis tentaciones. El género humano ya contó con medios para doblegarme, pero estos medios siempre fueron escasos porque los que podían hacerlo siempre fueron a lo suyo.

Yo, la droga, en el estado más puro de los conceptos, aprovecho los deslindes, me aferro a la debilidad del dolor y la injusticia que ahora tanto se cacarea, disfrazada todo el año de mil maneras distintas pongo la alegría en el engaño, voy a lo que tengo que ir, para salirme siempre con las mías.  

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