Cuando escribo esta columna toda la información que tengo es que hay dos empresas licitando por la enajenación de acciones del Recreativo. El no saber los nombres, que posiblemente ahora sean públicos, no me inhibe de hacer una declaración concisa sobre aquel que tenga el valor de ser el próximo propietario del Decano. Para empezar, una cara y una cruz por defecto. Es la cara el agradecimiento a cualquiera con interés y que haya movido financieramente lo necesario para afrontar esta gesta. Y la cruz, que eso no es suficiente, pues la experiencia nos dice que los cambios de propietarios en el Recreativo no suelen ser muy buenos. Ya el año pasado existió una oferta chistosa y vergonzosa con un dinero que andaba por Panamá. Supongo que lo recordaréis. Pero más allá, la llegada de Pablo Comas (o Víctor Hugo Mesa) con todo el desastre posterior. Pero es que antes, cuando ya Pedro Rodri cogió el equipo con aquella operación… Perdonad que me detenga, no es por miedo, es por falta de espacio y hoy el hueco de las letras compete en otros asuntos. En definitiva, que no vale con que quiera venir alguien, si no que venga con seriedad.
De lo poco bueno que hemos podido rescatar estos años de sufrimiento en el Recre es la experiencia de que si alguien lo hace rematadamente mal y pone en peligro la existencia del club, se aprovechará el asunto de ser un Bien de Interés Cultural para poder expropiar sus acciones. Es decir, que el que aparezca puede venir un poco escarmentado. Digo un poco, porque sinceramente no pongo la mano en el fuego por nadie. Es indudable (como diría Paco Mendoza, otro de los que generó la deuda del club) que la ilusión se pasea por Huelva, pero dentro de una urna. Lo de esta temporada que acaba de terminar nos ha dejado muy tocados y escépticos ante cualquier proyecto, y hasta no ver resultados va a ser difícil levantar al público.
Es injusto si el que quiere comprar es alguien serio. Pero si lo es, sabrá aguantar el chaparrón y ver el potencial que arrastra este club. Aunque la seriedad la demostrará, solamente, con la inversión anual tan grande que va a tener que hacer por cada temporada en Segunda B. Si la hace, tendrá todos mis respetos, si no… ya veremos.
Mi deseo, por acabar siendo un poco optimista, es que por fin nos podamos olvidar de aprender economía, plazos y leyes con nuestro club. Y que el mayor de los problemas sea el entrenador, el portero o el delantero, o la táctica o quién canta en la grada y quién no. Pero no la muerte del Recre.
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