"Felipe Benjumea, el plenipotenciario presidente del grupo español de ingeniería energética Abengoa entre final de 2007 y final de 2015, entró en la pequeña sala de juntas de la empresa en su sede sevillana de Palmas Altas desde una casi imperceptible puerta lateral. Una sala sorprendentemente pequeña para una compañía sorprendentemente grande… para una ciudad como Sevilla. Entró discretamente, como siempre, como su padre le enseñó que había que actuar. Sonrisa amplia, encantadora, y saludo gélido –rápido apretón de manos, o apenas un roce de sus mejillas- a algunos de los y las accionistas de la empresa que ese día, 30 de junio de 2016, celebraban su última reunión bajo control de Benjumea. Y de las otras cuatro ramas familiares que han poseído el grupo desde hace 75 años. La siguiente reunión se celebraría en noviembre para formalizar el cambio de poder desde las familias a los acreedores, como parte del plan para salvar a la firma de la quiebra”.
Estos son los dos primeros párrafos de Abencrash, el ocaso de Abengoa, del periodista de Viva Carlos Pizá de Silva, que analiza la crisis de Abengoa, el gran grupo andaluz de ingeniería y energías renovables. Una caída que ha sido seguida con fruición por los medios de comunicación españoles y extranjeros. El año transcurrido entre su entrada en preconcurso de acreedores en noviembre de 2015, asfixiada por 19.000 millones en deudas de todo tipo, y su reestructuración tras una dolorosa cura de adelgazamiento en noviembre de 2016, deja una compañía radicalmente distinta a la de 2014. ¿Por qué este Abencrash?
La fortísima impronta, para lo bueno y lo malo, de su presidente Felipe Benjumea; el importante trasfondo familiar que ha rodeado esta crisis y ha determinado en buena medida el resultado final; o la declinante evolución de los distintos negocios de la compañía: todos son elementos fundamentales para tratar de comprender lo ocurrido con una de las grandes compañías españolas que llegó a cotizar en el Ibex 35.
Arrancando con la crisis de los denominados bonos verdes en noviembre de 2014, y terminando con el nacimiento de una Nueva Abengoa en idéntico mes de 2016, este libro pretende explicar, analizar y divulgar los motivos por los que Andalucía ha perdido a su mayor empresa privada.
El libro está prologado por Manuel Jesús Florencio, redactor jefe en Abc de Sevilla 22 años y director-fundador de Diario de Sevilla durante otra década, antes de recalar como consejero editorial en Publicaciones del Sur.
Focos
A lo largo de sus casi 90 páginas, el volumen se centra primero en situar al lector en la delicadísima situación financiera que vivía la empresa al menos desde cinco años antes de declararse insolvente. Posteriormente se centra en la figura de Manuel Sánchez Ortega, consejero delegado durante esos cinco últimos años determinantes, y que dejó la empresa en 2015 abortando así el más serio intento de profesionalizar la compañía en sus tres cuartos de siglo de trayectoria.
Ex también fundamental, y a ello dedica el libro otro capítulo, el trasfondo familiar que ha sustentado Abengoa y rodeado la crisis de la empresa. El enfrentamiento entre Felipe y su hermano Javier Benjumea, que tuvo su primer round en 2007, que se encauzó al ver Felipe las orejas del lobo de la crisis y que reverdeció en 2015 ante las diferencias entre ambos sobre cómo gestionar el preconcurso, es determinante en todo ello.
El libro, que se presenta mañana a las 20:00 en el Club Antares de Sevilla, entra además en el detalle de las personas más valiosas que han dejado la empresa, los proyectos renovables que se han perdido por todo el mundo y cómo el plan de supervivencia jibariza la sociedad y la deja en manos de un equipo gestor mixto entre nuevos y viejos directivos, encabezado por Gonzalo Urquijo.
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