La música tiene un componente inmortal, universal e imperecedero que la hace superior, como cualquier arte, a lo efímero de la existencia particular. La música es sensación para el que la escucha y un estado de ánimo para el que la crea, un respiro, un desahogo, una excusa para espantar los demonios y una manera de dar las gracias a los ausentes.
Y en ese espacio redentor y analgésico, el flamenco tiene un lugar destacado. Y en ese lugar, la guitarra tiene un protagonismo sin discusión. Y con ese instrumento, artistas como Juan Carlos Romero tienen mucho que decir.
El guitarrista onubense acaba de publicar nuevo disco, ‘Paseo de los cipreses’, y en él, el flamenco toma todo el punto de salvación y homenaje, de recuerdo y símbolo ante lo inevitable de la muerte. Un trabajo con el que Romero, como él mismo explica en la conversación que mantuvo con Viva Huelva, hace un “homenaje a personas cercanas a mí” que se han ido en los últimos tiempos. Personas algunas de ellas muy ligadas al mundo del flamenco, y otras ligadas íntimamente a la vida de este músico de Huelva: “Entre ellos mi padre, que es mi padre y qué voy a decir. Mi padre me enseñó a tocar la guitarra”. También los acordes flamencos de Juan Carlos Romero suenas para compañeros y amigos como “Antonio Moreno, un amigo, un técnico de sonido de Huelva que siempre venía conmigo en los conciertos y trabajaba conmigo en los discos”. Con ese halo de homenaje a los ausentes, se podía suponer que ‘Paseo por los cipreses’ es un disco triste. El autor matiza esta apreciación de la siguiente forma: “El poeta Félix Grande, una de las personas a la que homenajeo en este disco decía que el flamenco es una herida que viene ya cauterizada, que viene ya cicatrizada, y lo que produce es consuelo, no tristeza. Eso, además de que es bonito y es poético, lo más importante es que es verdad, y yo con esa música lo que trato es de seguir esa línea de realismo”. De esta manera, el nuevo trabajo de este portento onubense de la guitarra hace un recorrido por varios palos del flamenco en un trabajo discográfico dulce y delicado en el que deja al espectador rumba, bulerías, tangos, granaína o taranta. Un disco flamenco, comprometido con el propio autor y cargado de matices musicales: “Al que le guste la música, creo que le puede gustar este disco, y al que le guste el flamenco, también, porque es un disco flamenco, y al que quiera oír una música sincera y sin ningún matiz que no sea la verdad, también”, dice Juan Carlos Romero.
Palo a las autoridades
“¿Cuándo te veremos actuar en Huelva?”, le preguntamos. “Es la pregunta que me hace muchísima gente y no sé qué contestarle porque no depende de mí la respuesta. Me siento ligado a Huelva y me gustaría actuar aquí, pero las autoridades culturales han vivido bastante de espalda a lo que yo hacía”, responde un gran artista que recuerda que la última vez que actuó en esta tierra fue “hace unos cinco años” en la inauguración de las Cocheras del Puerto e invitado por Juan José Oña, exdelegado de Cultura. Casi resignado, confiesa que, sin influirle en lo profesional, lo de Huelva “es una cuestión de afecto, es que yo soy de aquí, aquí está mi gente, y la media mía de tocar aquí -bromea- es cada siete años, como los traslados de la Virgen del Rocío”.
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