Un libro personal y especial. Una novela para descubrir y para disfrutar. ‘Pan y cielo’ es el último título de narrativa salido de la singular pluma de Juan Cobos Wilkins (Minas de Riotinto 1957), que se presenta en la Biblioteca Provincial de Huelva (Avenida de Martín Alonso Pinzón, 16) este jueves a las 20.00 horas. El acto será presentado por la periodista Elena Oliveros y contará con la cantaora Rocío Márquez.
Cobos Wilkins acude al humor y a la imaginación transgresora para “construir un asombroso y original relato que cuenta cómo un pueblo supo imponer la tolerancia como valor de convivencia”, según asegura Ediciones de la Isla de Sistolá, editora del libro, en un comunicado.
Se trata de una obra sorprendente en la que el autor, como ya hiciera en la celebrada El corazón de la Tierra, fija su mirada en un hecho histórico: la afiliación de San Antonio Abad, el patrón de Trigueros, al sindicato obrero UGT durante los años de la II República española. Un acontecimiento suficientemente documentado en la prensa de la época y también más recientemente que sirve al escritor para construir un relato en ocasiones delirante, trazado con la claridad y la lírica de su estilo, que no va a dejar a nadie indiferente.
Según cuenta el propio autor, la idea de profundizar en este insólito acontecimiento surge a raíz de una conversación con Antonio Cuadri, director de la adaptación cinematográfica de El corazón de la tierra, cuyo abuelo fue alcalde de Trigueros en 1932, En ese año, la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas declara entierros y procesiones como manifestaciones de carácter público para las que se precisa autorización gubernativa. Los habitantes de Trigueros afilian al Santo al sindicato -con su carné incluido, que va prendido en las ropas de la imagen- y la procesión tiene lugar sin alteración del orden público y con enorme éxito.
En la procesión, en el último domingo de enero, como se había hecho siempre y se sigue haciendo hoy, el pueblo pasea por sus calles a San Antonio Abad durante más de 30 horas lanzándole desde ventanas y balcones todo tipo de alimentos, fundamentalmente una incesante lluvia de panes, las famosas ‘tiradas’, que son recogidas y posteriormente donadas a los más necesitados. Un rito con el que se trata de devolver a este Santo -que renunció a sus bienes para entregárselos a los pobres- lo que el Santo le había dado el pueblo.
Wilkins, interesado por estos hechos, y más aún al comprobar que durante la procesión del Santo es el pueblo y sólo el pueblo, no el poder religioso ni el político, el que tiene la autoridad, ha construido un particular y simbólico microcosmos que, como espejo, refleja la situación del país no sólo en aquellos años de la Segunda República sino también en la actualidad, proyectándose con enorme vigencia hasta nuestros días, cuando las iniciativas ciudadanas son las que dan lecciones de convivencia, respeto, tolerancia y libertad.
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