La aldea almonteña de El Rocío acogerá un centro para menores tutelados con problemas de conducta a partir del primer trimestre de 2014.
Así lo ha puesto de manifiesto en una entrevista a Europa Press la delegada territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta, Lourdes Martín, quien ha explicado que el centro, el primero de estas características en la provincia, contará con un total de diez plazas y un presupuesto anual de 292.000 euros al año.
De este modo, este Centro de Conflicto Social arrancará a partir del primer trimestre de este año 2014 y, según ha explicado la delegada, es de régimen residencial y para menores tutelados por la Junta de Andalucía pero que presentan una serie de problemas de comportamiento y conflictos.
En esta línea, Martín ha indicado que en el citado centro los menores tendrán monitores, educadores, psicólogos y una serie de profesionales para intentar abordar su situación "de forma más específica".
Preguntada por si será un centro al que acudirán menores tras requerimiento judicial, ha dejado claro que el centro, --que será mixto--, no será para ese tipo de casos, sino que será para menores que de casas de acogida pasarían al mismo debido a su comportamiento "más agresivo o conflictivo".
El objetivo, según ha remarcado la delegada, es que estos menores tengan "a unos profesionales que los van a orientar a un mejor comportamiento de una forma más concreta". "Son niños que nos preocupan y queremos que estén muy bien atendidos", ha enfatizado la responsable autonómica de Bienestar Social en la provincia.
Por su parte, Martín ha apuntado que ya se han tenido contactos con el personal que va a trabajar, que "van a tener una línea muy directa" con el servicio de Menores de la Delegación.
De otro lado, hay que recordar que 205 menores se encuentran tutelados por la administración regional en la provincia en un total de 23 centros de protección de menores, cuya labor es amplia ya que abarca desde facilitar la integración social, orientar y asesorar, a potenciar el desarrollo de la autonomía personal, crear hábitos de vida saludables, fomentar las habilidades sociales y, de manera muy especial, cubrir las carencias afectivas y emocionales de los menores acogidos en sus instalaciones.