La factura que pagamos los andaluces por el petróleo y el gas natural que consumimos ascendió a 5.932 millones de euros en 2010, que es como decir el equivalente a la partida autonómica dedicada a educación y que representa nada menos que el 18 por ciento del presupuesto de la Junta de Andalucía en 2012. Una factura que debemos pagar a terceros países ante la ausencia de esos recursos en Andalucía
Biomasa, viento y sol son las materias primas con las que contamos en Andalucía, abundantes y disponibles. Si a ello sumamos una legislación favorable impulsora de inversión pública y privada, el resultado de esta ecuación es el cambio de nuestro escenario energético que ha evolucionado en los últimos años desde un sistema centralizado de generación basado en combustibles fósiles hacia la mayor eficiencia de la generación distribuida, aprovechando en mayor medida los recursos autóctonos renovables.
Como indica el Director General de la Agencia Andaluza de la Energía, Rafael Márquez “esto ha permitido situar a Andalucía en los primeros puestos dentro del ámbito nacional en implantación de tecnologías renovables, principalmente en el uso de la biomasa y la energía termosolar, en la que Andalucía es líder también a nivel europeo”. Márquez ha señalado, que “en 2011, el 15,8 por ciento de la energía primaria que empleamos los andaluces procedía de energías renovables. Más de la mitad de la biomasa, que es lafuente renovable que más aporta al conjunto energético, contribuyendo con el 8,3por ciento de la energía primaria que consumimos en Andalucía y aventajando a aquellas más conocidas por la ciudadanía como la energía solar y la eólica”.
Pero su potencial de uso es mucho más elevado. La biomasa tiene capacidad para abastecer hasta el 21 por ciento de nuestro consumo. Tan solo el potencial de astilla de madera de montes y cultivos arbóreos en Andalucía es suficiente para cubrir el 45 por ciento de gas y gasóleo para uso térmico.
La utilización de la biomasa en la comunidad andaluza tiene una gran tradición y cuenta con una importante proyección. Datos que avalan esta afirmación es el liderazgo en potencia eléctrica y térmica instalada con biomasa así como en capacidad de producción de biocarburantes a nivel nacional
Los beneficios y ventajas del uso de la biomasa exceden ampliamente al ámbito energético, debido principalmente a dos factores que la diferencian del resto de las fuentes renovables: El primer elemento diferenciador es que la biomasa es un combustible material, en contraposición del sol o el viento, siendo necesario recogerlo en el campo, monte o industria, acondicionarla y transportarla desde el punto donde se genera hasta el centro de transformación, lo que significa el requerimiento de una importante mano de obra estable y la creación de un tejido de empresas ligadas al ámbito rural. Esto hace que la biomasa sea un pilar clave en la creación y fijación de empleo rural generalmente mas escasa de oportunidades de empleo frente a las zonas urbanas.
El segundo elemento que le confiere una gran ventaja es que generalmente la biomasa procede de residuos y subproductos de actividades agrarias y forestales que en cualquier caso es necesario retirar del lugar donde se producen para poder continuar con la actividad. Un claro ejemplo es la industria del olivar, principal productora de biocombustibles y principal consumidora de biomasa, y donde el uso energético de sus subproductos, hueso y orujillo, permite mantener la actividad de manera sostenible, además de proporcionar importantes ingresos.
La retirada de residuos del campo y de los bosques favorece también la disminución del riesgo de incendios. Tal es así, que las políticas en biomasa son un elemento fundamental de prevención de incendios forestales y podemos afirmar que el aprovechamiento energético de la biomasa en el monte reduciría drásticamente los incendios forestales en Andalucía, además de contribuir a paliar los costes de los tratamientos silvícolas
Uno de los aspectos más destacables de la biomasa de los últimos años es su desembarco en el sector residencial y servicios gracias a la mejora continua de equipos y biocombustibles. Este hecho puede asemejarse a lo que ocurrió en su día con los coches diesel, empleados en el sector transporte y en maquinaria debido a que el precio del combustible era muy competitivo, aunque los vehículos eran de manejo rudo y con menores prestaciones. La evolución tecnológica, las mejoras experimentadas en los motores y las exigencias requeridas a los combustibles para disminuir su carga contaminante han posibilitado que el uso del gasóleo sea mayoritario en España incluso entre los turismos.
La biomasa para uso térmico esta siguiendo un camino similar. La entrada en el mercado de combustibles densificados como los pellets, la mejora en la preparación del hueso de aceituna y la astilla, el avance tecnológico experimentado en el sector de las calderas y la profesionalización del sector favorecido tristemente por los altos costes del gasóleo, ha permitido que su uso no permanezca relegado exclusivamente al sector industrial, y que sectores como el residencial y el sector servicios se interesen cada vez más por climatizaciones que emplean la biomasa como combustible rompiendo la barrera que existía para su uso y multiplicando casi por tres su consumo en el uso residencial en los últimos 5 años.
La biomasa es sinónimo de economía, empleo, autoabastecimiento energético, mejora medioambiental, desarrollo rural, calidad y bienestar. Pocas excusas existen ya para no subirse a este tren.
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