Una de las primeras recomendaciones que las familias reciben cuando los peques de la casa inician la etapa escolar es la de etiquetarlo todo. Material escolar, abrigos, fiambreras… todo debe ir marcado con el nombre de su propietario porque los olvidos y extravíos son diarios. Así lo atestiguan las decenas de prendas de ropa que se acumulan en la conserjería del Colegio de Infantil y Primaria Prácticas de la capital onubense, donde la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (Ampa) ha realizado un llamamiento para que sus propietarios procedan a su ‘desalojo’.
“Ya tenemos otra vez lleno de chaquetones, chaquetas, jerséis y sudaderas el almacén de la conserjería. Si tu niña o niño ha perdido alguna prenda, acercate a comprobar si está aquí la suya”, escriben desde el Ampa en sus redes sociales, acompañando su publicación con una fotografía del gigantesco arsenal de objetos perdidos.
El curioso toque de atención del Ampa está más que justificado, según explica a Viva Huelva la presidenta del Ampa, Alexandra Posada, porque el ritmo de abandono de prendas es vertiginoso. “Todo lo que se ve en la fotografía se ha perdido en menos de dos meses, porque en noviembre vaciamos lo que teníamos y han estado las vacaciones de por medio”, explica Posada.
“Tenemos de todo: chaquetones, sudaderas, bufandas, bolsas de aseo, fiambreras…”, describe Posada, que achaca la gran cantidad de cosas que acumulamos el hecho de que muchas familias ni siquiera lleguen a darse cuenta de las pérdidas. Eso sí, bromea, hay despistes difíciles de explicar. “Que se no te des cuenta de que falta una sudadera se puede entender pero… ¿un chaquetón?”, dice sorprendida.
Aunque la sección de objetos perdidos es común en cualquier centro educativo, la del Prácticas, en el que estudian en torno a 500 alumnos, llama la atención por su tamaño y organización. Más de medio centenar de prendas se alinean perfectamente ordenadas en dos percheros, como si fuera la sección de abrigos de una tienda de ropa infantil. Posada aclara que gran parte del mérito lo tiene Antonio, el conserje, que se ha preocupado por buscar los percheros, ha acondicionado el almacén y mantiene perfectamente clasificados los objetos perdidos. “Siempre está pendiente de los pequeños detalles y eso hace que sea imprescindible para nuestro cole”, afirma Posada.
Como la cantidad de objetos perdidos crece de forma regular, el Ampa ha decidido aplicar un método de control que tiene consecuencias solidarias. Así, explica Posada, vacían cada año el almacén y donan las prendas que no han sido reclamadas por sus dueños a organizaciones humanitarias como las que trabajan en el Sáhara o a la Ciudad de los Niños.
El Ampa ha conseguido sacar partido de lo que para muchos centros es un engorro promoviendo una bonita acción en la que se implica toda la comunidad educativa. En este sentido, explica Posada, han hecho coincidir el vaciado anual del almacén con una recogida de donaciones extra. “Hemos llegado a necesitar una furgoneta para llevar todo lo donado”, explica la presidenta del Ampa.
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