La Audiencia Provincial de Huelva ha condenado a un hombre a dos años y nueve meses de prisión por abusar sexualmente de un menor de 16 años con parálisis cerebral después de que se ganara su confianza al asegurarle que le iba a conseguir unas ruedas nuevas para su silla.
El fallo judicial, al que ha tenido acceso EFE, lo considera responsable de un delito de abuso sexual por el que además de la pena de prisión le impone la prohibición de aproximarse a menos de doscientos metros de la víctima y a comunicarse con ella durante cinco años, así como la medida de libertad vigilada durante cuatro años, que se ejecutará con posterioridad a la pena privativa de libertad.
En concepto de responsabilidad civil, deberá indemnizar a la víctima en la suma de 5.000 euros por la intromisión en el derecho del menor a su indemnidad sexual.
La sentencia, que ha sido ratificada por el Tribunal Superior de Justicia (TSJA) al desestimar el recurso de apelación interpuesto por el condenado, considera probado que el acusado, con varios antecedentes por agresión sexual y por prostituir a una persona con discapacidad necesitada de especial protección, a principios de julio de 2020 escuchó la conversación que el menor, nacido en 2004, mantenía con un conocido suyo en las inmediaciones de un bar.
Al darse cuenta de que el menor padecía parálisis cerebral, que tenía problemas de movilidad tanto en los miembros superiores como inferiores, que necesitaba una silla de ruedas en todos sus desplazamientos y que las ruedas de su silla estaban desgastadas, trató de ganarse su confianza entablando una conversación con él, en la que logró que se intercambiaran los números de teléfono y que el menor accediera a contactar para facilitarle unas ruedas mejores.
Días más tarde, el acusado, tras recibir una llamada del menor, logró que este acudiera a su domicilio creyendo que iba a darle las ruedas comprometidas.
Una vez que el menor entró en la casa, el procesado comenzó a conversar con él, sentándose a su lado y, con ánimo libidinoso y viendo que el menor tenía pantalones cortos, comenzó a acariciarle las rodillas y los muslos hasta llegar a la entrepierna, le metió la mano por debajo de los calzoncillos, le tocó los genitales y comenzó a masturbarlo.
El menor, que tiene reconocido un grado de discapacidad del 79 por ciento le dijo que parara, pero como no lo hizo y le agarró un poco el brazo hacía él, le golpeó con la silla, empujo la puerta y salió fuera.
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