Para mantener mi credo

Quiero mezclar mis palabras en el tarro del silencio. Escribir con la callada acción de tantos venenos

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai

Quiero mezclar mis palabras en el tarro del silencio. Escribir con la callada acción de tantos venenos. Sacudir, clavar la espada... en el espacio completo que ocupan los que, sin alma, nos han perdido el respeto. Busco razones de peso para mantener mi credo. Hago coraza con esos que sé que me protegieron. Y no me siento indefenso. Porque antes que el villano está el ciudadano bueno. Que existe sin rechistar. Que rechista para adentro. Que aguanta sin pelear en la pelea del desprecio. Que ama, ríe, llora y mama. Que no se traga más cuentos. Quiero mezclar mis palabras en el tarro del silencio. Y con la boca cerrada quedarme hasta sin aliento, gritando que ya no vale tanto cinismo encubierto. Su verdad, la falsedad, me la paso por el forro que forma mi descontento; su falsedad, la verdad... que ya yo ni me sorprendo. Para mantener mi credo le doy la espalda al truhán, a tanto filibustero, a los nombres y apellidos que quieren que sus imperios vivan de males ajenos. Si total, qué más les da. Te rocío con arsénico que la bolsa no va mal. Tú respira, si total... naces para ir muriendo. Ricos que nada te dan, sólo miedo, miedo y miedo. A los que usan la fe para el poder del infierno, les rezo para que nunca la gloria esté con ellos. Y que si el papa se va, qué más da, vendrá otro nuevo, que seguirá siendo un santo, un santo hijo del clero. Bien con B o bien con A, el bien no se hizo pa’ ellos. Si el banco de la maldad sigue matando con celo, y las corruptas corbatas se siguen lanzando al cuello... mejor será que me quede con toda la buena gente para mantener mi credo. Quiero mezclar mis palabras en el tarro del silencio. Removerlas y esperar. Y al abrirlo desear que el hechizo sea con ellos. Y los pille arrinconados. Solos, desnudos, en  los huesos. Que se alimenten del mal que cocinan con esmero. Que se laven con saliva y el champú de su veneno. Que no les tengan piedad. Que se queden indefensos. Para poder comprobar si tienen la dignidad de pedir perdón al pueblo. Como sé que tardará, tendré que seguir viviendo. Mezclando mis palabritas en el tarro del silencio. Con mi coraza bendita; con mi gente, con mi pueblo; porque a mí nadie me quita las razones que he labrado para mantener mi credo. 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN