Hablillas

Ni freír un huevo

De hecho, hay quien presume de no haberlo preparado jamás o admite, con sincera humildad, el terror de enfrentarse al chisporroteo

Publicado: 15/01/2023 ·
17:27
· Actualizado: 15/01/2023 · 17:27
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Después de las vacaciones con rebajas anticipadas, la actualidad se distrae con dos separaciones mediáticas que parecen competir por el estrellato, lo pretendido por los medios. Entre tanto dime y direte, sobre el papel cuché y en el rodillo táctil de la pantalla del móvil, a veces, se cuelan noticias o anuncios cuyo tema sorprende y aleja de tanto lío sentimental.

El titular, siempre orientativo, nos indica por dónde va a tirar el texto. Pero no se alarme, estimado lector, los interfectos anteriormente citados nada tienen que ver con estas líneas. Es la evocación del dicho y cuanto lo relaciona con uno de los últimos platos precocinados disponibles en el supermercado.
Enfocado al escaso tiempo para ponerse ante el fogón, los huevos fritos refrigerados están preparados para cruzar el charco. La idea surgió con la pandemia y tras un duro proceso se han ganado su sitio y la expansión. Ahora nos arrolla el recuerdo, el momento en que el cerillo, tras el giro de la palometa, incendió el gas para calentar la sartén con el aceite e intentar freír un huevo, el primero.

Porque todos hemos recibido alguna salpicadura con ampolla posterior, una burbuja rojiza sobre la piel hasta enfriarse.

No es una tarea fácil, aunque así se haya etiquetado. De hecho, hay quien presume de no haberlo preparado jamás o admite, con sincera humildad, el terror de enfrentarse al chisporroteo. Con miedo o sin él, el huevo frito es un plato sencillo que goza de exquisitez, además de ser muy socorrido, a pesar de la coletilla popular que poco tiene que ver con la rapidez de su preparación. Es, por tanto, único e indispensable para dar color y alegría al popular plato combinado o para coronar un bocadillo saciante.

Ahora lo tenemos fácil, sin aceite ni salpicaduras dolorosas podemos gozar de un par de huevos siguiendo las indicaciones del envoltorio. Inevitablemente surgirá la comparación, sin embargo se les echará mano cuando el recelo vaya desapareciendo por razones de tiempo o antojo. Lo mismo ha ocurrido con las tortillas y los platos preparados, cuyo olor chivatea la cercanía del expositor haciendo crujir el estómago.

Si analizamos, el tiempo ocupado en freír un huevo es menor a cuanto lo rodea, incluyendo el fregado de los útiles. Pero le ha llegado su momento para entrar en el futuro y estar listo en treinta segundos. Por 1,80 euros acabamos con el titular, un dicho con los días contados.

Si los chefs más exitosos admiten utilizar conservas para sus platos que ofrecen a precios de vértigo, por qué negarle al huevo un lugar en la mesa de quienes no gustan ponerse a cocinar. Alternativa, comodidad, rapidez, usted elige, paciente lector.

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