Circulan noticias estos días sobre la inminente aprobación de lo que se ha dado en denominar Ingreso Mínimo Vital (IMV), que parece se plasmará en un Real Decreto que verá la luz dentro de este mes de mayo.
Puede esa novedosa medida erigirse en una importante ayuda para las familias más desfavorecidas y que, según las previsiones gubernamentales, podrían alcanzar a más de 100.000 hogares españoles, habilitando su solicitud de manera inmediata a su aprobación. Precisamente esa novedad nos enfrenta a un cuidadoso seguimiento de su entidad y requisitos exigidos para su obtención, pues no puede quedar reducida a una dadivosa prebenda a cualquiera que la solicite. Si ello ocurriera, se estaría orillando el campo de la arbitrariedad, pues esa colosal disposición del ejecutivo se produce en un momento crítico de la economía nacional, que el resto de la ciudadanía habrá de subvenir merced a una política fiscal extremadamente rigurosa.
Deberemos, por tanto, estar atentos a la aprobación y requisitos de tan extraordinaria medida, pues sería deseable que se acompañara de políticas de empleo que evitasen incurrir en las denominadas "trampas de pobreza", que no son sino mecanismos auto mantenidos que provocan que la pobreza persista si no se activan otros resortes normativos que concilien las situaciones que tratan de corregirse con efectivas medidas de fomento del trabajo, como por ejemplo el condicionamiento del ingreso a la búsqueda activa de empleo o la formación, para evitar desincentivar la ocupación efectiva.
Debe contemplarse lo anteriormente expuesto en el contexto de la indudable catarsis que ha supuesto esta crisis que padecemos, y que ha terminado por crear figuras laborales que, siendo en principio emergentes, han resultado consolidadas, tales como el teletrabajo, el incremento de la actividad telemática, la conciliación familiar y la flexibilidad laboral en todas sus vertientes.
Del mismo modo, frente a las inestimables cifras de desempleo, ertes, despidos y eres que se han dado, y que se darán, se han generado nuevas demandas o "nichos de mercado y laburo", que requieren la oferta necesaria para atender las nuevas necesidades y activar la circulación de la riqueza, la actividad y la ocupación como contrapuntos a la ociosidad, y por ello se hacen necesarios mayores volúmenes de trabajo en ámbitos, por ejemplo, como la limpieza y desinfección en centros de trabajo y lugares públicos, guarda y asistencia a familias con menores en este tránsito sine die sin centros escolares, instalación de mamparas de seguridad y diversos equipos de prevención en empresas y otros lugares, incremento en la necesidad de apoyar con recursos humanos de todo el sector sanitario incluida toda su industria, así como los centros educativos con el fin de impartir la docencia, empresas de asesoramiento, logística alimentaria, investigación y desarrollo en su sentido más amplio y multitud de sectores.
Siendo por tanto que contamos con la intención del ejecutivo de dar un ingreso mínimo vital, el nacimiento de diferentes necesidades que van a requerir trabajadores y la existencia de una gran masa social necesitada de trabajo, que por otro lado contribuiría claramente a generar actividad económica, consumo, y cuotas de seguridad social, podemos pensar en propuestas win to win que puedan beneficiar a todos (“Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá todos los días”) y no solo a corto plazo, con lo cual podremos decir: ¡Bienvenido Ingreso Mínimo Vital! Pero por favor: ¡No vengas solo!
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