Enero ha sido un mes malo para el empleo. Malo, muy malo. Tanto para España, en su conjunto, como para Andalucía en particular. Los datos son más que conocidos: destrucción de más de doscientos mil puestos de trabajo e incremento de las listas del paro en más de ochenta mil nuevos parados. Es cierto que enero es un mes en el que siempre se destruye empleo - por la finalización de los contratos de navidad - pero también es cierto que habría que remontarse a 2013 – todavía en plena crisis – para encontrar un enero tan malo.
¿Debemos preocuparnos? ¿Se trata de un mes aislado o, por el contrario, anticipa una tendencia que irá agravándose a lo largo del año? Si tomamos por buenas las previsiones del gobierno, en 2019 se seguirá creando empleo, aunque a un ritmo menor que en 2018. Ojalá tenga razón, aunque, visto lo visto, nos parece que la realidad será menos optimista. En principio, según la mayoría de los analistas, el crecimiento español superaría este ejercicio el 2,2% del PIB, lo que supondrían algo más de trescientos mil nuevos empleos, cantidad sensiblemente inferior a los niveles de quinientos mil nuevos empleos a los que nos habíamos acostumbrado estos últimos años. ¿Se cumplirán entonces las previsiones del gobierno o, por el contrario, errará en las mismas? ¿Al alza o a la baja?Hacer pronósticos siempre resulta tarea compleja y azarosa, por lo que, más que dedicarnos a ejercer de augures, conozcamos las medidas del gobierno y analicemos sus posibles consecuencias.
Se acaban de aprobar subidas significativas de las cotizaciones sociales a pagar por las empresas y autónomos. Subida de bases mínimas, incremento del 7% en las máximas, subidas de los tipos aplicables por accidente de trabajo, subida de cotizaciones a los autónomos. O sea, que en el país con más paro de Europa nos dedicamos a aumentar los impuestos sobre el empleo, todo un despropósito. España tiene, tras Francia, las cotizaciones sociales más altas de Europa y, encima, las acabamos de subir. Que nadie dude que este incremento de las cargas tendrá consecuencias negativas para el empleo, como, desgraciadamente, iremos comprobando a lo largo de estos próximos meses.
Otra cosa es la subida del 22% en el Salario Mínimo Interprofesional, que, aunque mejorará las condiciones laborales de los trabajadores que lo vinieran percibiendo – pocos en proporción con el total – también es cierto que dificultará la creación de empleo o, directamente, puede incluso destruirlo. El Banco de España ha estimado que 125.000 empleos pueden perderse en sectores de bajo valor añadido.
Las dos últimas reformas laborales, la de Zapatero y sobre todo la de Rajoy, ayudaron a recuperar millones de empleos perdidos. Paradójicamente, ahora quieren derogarlas. Por bien de nuestro empleo, esperemos que no lo consigan.Algunas propuestas – como el registro obligatorio de jornada – introducirán una inexplicable rigidez a la hora de gestionar las empresas, que cada día tienden a estar más descentralizadas, con teletrabajo o trabajo flexible a domicilio, Google, después de analizar nuestra legislación laboral, decidió abrir su nuevo centro en Portugal, con la creación de más de quinientos nuevos empleos cualificados y bien pagados. No es el único caso, desgraciadamente. Nadie termina de entender el empeño gubernamental en rigidizar aún más unas normas laborales ya de por sí más rígidas que las de la media europea.
Las medidas laborales que vamos conociendo, desgraciadamente, dificultarán la creación de empleo. Una pésima noticia en estos momentos en los que la economía se desacelera y los nervios vuelven a aflorar.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es
