La Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (
Feragua) valora de forma positiva en su último boletín la
mejora de las dotaciones aprobada para las diferentes cuencas hidrográficas andaluzas, pero estima que
la situación hidrológica sigue siendo precaria y que no ha cambiado la
necesidad y urgencia de acometer obras hidráulicas.
Es más, como las infraestructuras que necesita el regadío no se hacen de un día para otro y algunas como las
presas tienen un período mínimo de
maduración y ejecución de quince años, Feragua afirma que
hoy la urgencia es todavía mayor.
En consecuencia, los regantes proclaman que seguirán
apretando y pidiendo a las Administraciones que
ejecuten las presas aprobadas en los planes hidrológicos y que acometan
de forma urgente un
plan de balsas que permita un mejor aprovechamiento de las escorrentías.
“No puede pasar -asevera Feragua- lo que en estos últimos quince años, en los que se deberían haber empezado en Andalucía 17 obras hidráulicas, de las que
sólo hay una iniciada y otra está paralizada sine die. Todas estas obras representan una
inversión no ejecutada de más de 2.000 millones de euros que habría neutralizado o suavizado los estragos de la sequía en las últimas campañas”.
Los regantes afirman que “estamos como estamos no sólo porque haya dejado de llover, sino porque
las Administraciones han estado de brazos cruzados mientras esto ocurría”.
Mejoría insuficiente
Feragua destaca que antes de la
Comisión de Desembalse del Guadalquivir se celebraron los comités de gestión de las cuencas litorales, que, como aquélla, trajeron una mejora de las dotaciones inicialmente previstas, pero
no la vuelta a la deseada normalidad. Ninguna de las cuencas andaluzas se libra de las restricciones. Ni siquiera el
Tinto-Odiel-Piedras, cuenca que por segundo año consecutivo volverá a sufrirlas, algo que nunca había ocurrido antes en su historia. En su caso, en concreto, las restricciones previstas eran del 50%, y se han visto s
uavizadas para situarse en el 25%, lo que no deja de ser un
varapalo importante para unos cultivos que ya van con las dotaciones muy justas en la planificación.
Según el balance de Feragua,
peor es la situación de la cuenca del Guadalete-Barbate, donde la dotación media será del 50%. Es decir, la mitad del agua necesaria: “Es cierto -asevera- que iba a ser mucho peor (restricciones del 75%), pero va a ser una
campaña muy dura para los regantes de los dos sistemas de la cuenca. Y en el
Mediterráneo otro tanto; la situación es
más variable, aunque las restricciones serán también generalizadas. Habrá sistemas donde incluso no se podrá regar y otros que sufrirán restricciones menos dramáticas del 30%. Pero en cualquier caso, más de lo mismo:
nada de normalidad. Pocos motivos para lanzar las campanas al vuelo.
Seguimos en la precariedad”.
Cuenca del Guadalquivir
Como es sabido, la Comisión de Desembalse de la Cuenca del Guadalquivir ha aprobado un
desembalse de 1.010 hectómetros cúbicos hasta el 30 de septiembre (2024), que podría ampliarse en 30 hm3 más en octubre según las precipitaciones que se produzcan. La dotación en el Sistema de Regulación General estará limitada a un
máximo de 4.000 m3/ha para las zonas regables con
dotaciones iguales o superiores a 6000 m3/ha.
Para el
sector arrocero, el volumen máximo a suministrar será de
264 hm3 y para favorecer el riego de la zona arrocera se mantendrá el
mismo sistema de suministro de los últimos años, consistente en que la zona arrocera de la
Margen Izquierda del Guadalquivir, en lugar de realizar su toma en el río, lo hará
directamente del Canal del Bajo Guadalquivir y otros cauces suministrados por agua regulada a través de
conducciones directas, excepto el llenado de las tablas, que se realizará desde río Guadalquivir.
“Será, en definitiva -resume Feragua-, una
campaña mucho mejor de lo que estaba previsto, pero aún lejos de la normalidad. Y lo que no podemos olvidar en ningún caso es que se trata del
sexto año consecutivo con restricciones. No es lo mismo una restricción del 34% después de cinco años buenos que una restricción del 34% después de cinco años regulares, malos y malísimos. Y exactamente eso es lo que tenemos. Al boxeador contra las cuerdas le están pegando menos fuerte, pero le siguen pegando”.