El rostro de Carlos Rodríguez no cuenta mucho. Apenas deja escapar una ligera sonrisa de vez en cuando, mientras sus ojos escudriñan la realidad casi con timidez, como si aprender fuera el camino más directo a la gloria.
A sus 22 años, el ciclista granadino evita toda muestra de euforia, mide al milímetro cada palabra incluso cuando en su primer Tour de Francia consiguió "el sueño" de ganar una etapa en la ronda gala y se colocó tercero provisional de la general.
Pero tras cruzar en cabeza la meta de Morzine, la ciudad de los Alpes desde la que todos los caminos llevan a puertos míticos del Tour, se le escapa cierto tono de emoción, sin excesos, siempre dentro de los límites espartanos de su carácter.
Carlos Rodríguez, nacido en Almuñecar el 2 de febrero de 2001, debutante en el Tour de Francia, promesa del ciclismo español junto a Juan Ayuso, elevado a jefe de filas del Ineos, uno de los más potentes del pelotón por un conjunto de circunstancias, logró "un sueño de niño", pero su cara no parecía reflejarlo.
Señal de que en algún rincón de su mente, esta victoria no es más que la primera piedra de un castillo que él quiere que sea mucho mayor, acompañada de un puesto en el podio que no quiere que le coloque una presión suplementaria.
Pero su triunfo, la forma en la que se aferró a las rampas más duras del Joux Plane, considerado por muchos el puerto más duro de Francia, la manera en la que se lanzó al descenso hacia Morzine, donde tardó en levantar los brazos al cruzar la meta.
"Lo único que quería era bajar lo más rápido posible para distanciar a Hindley y a los otros rivales", señaló el joven ciclista.
Educado en el BMX, Rodríguez tiró de todas sus habilidades de bajador para distanciar a dos corredores como Jonas Vingegaard y Tadej Pogcar, a quienes mantuvo a una distancia prudencial camino del triunfo.
"Cuando los he atrapado me he centrado en seguir yendo lo más rápido posible hasta la meta. Mi batalla no era contra ellos, era contra los otros rivales. El descenso se me da bien, me gusta bajar rápido, no se me da mal, he intentado usarlo a mi favor. He podido conseguir esta victoria gracias a esto", indicó.
También le favoreció el marcaje al que se estaban sometiendo los dos favoritos de la general, que le abrieron una ventana de ataque que aprovechó de forma brillante.
Formado en los equipos de Alberto Contador, Rodríguez destacó desde muy joven y en 2020 fichó por la potente formación Ineos, que vio en él un gran potencial, que se hizo realidad cuando en 2022 ganó el campeonato de España, el mismo año en el que una caída le privó del cuarto puesto de la Vuelta a España, su primera carrera de tres semanas, que terminó séptimo.
Lesionado en la primera parte de 2023, su preparación se centró en estar en buena condición en el Tour por lo que corrió la Dauphiné que acabó noveno.
En el inicio en Bilbao, pocos consideran que un joven debutante de 22 años sería el jefe de filas del Ineso en el Tour, pero la mala forma de los colombianos Egan Bernal y Luis Felipe Martínez, y la inconstancia del británico Tom Pidcock le colocaron en esa situación.
Rodríguez está respondiendo bien a esa presión, aunque él prefiere no dejarse engatusar por los cantos de sirena de un podio que todavía está muy distante y que desde este sábado ocupa de forma provisional por un segundo frente al australiano Jai Hindley, que víctima de una caída perdió casi dos minutos con el español.
"El podio por ahora no es algo que me preocupe, tengo que disfrutar de esta victoria. No todos los días se gana una etapa en el Tour de Francia", afirmó.
Por delante tiene terreno montañoso suficiente como para pelear por acabar en el último escalón del podio de París, algo que no consigue un español desde Alejandro Valverde en 2015.
La mirada del joven ciclista cambia un poco cuando le preguntan a quien dedica el triunfo y ahí sí parece que la emoción cobra peso.
"Estoy agradecido a todo el equipo, a mis compañeros, pero si tengo que dedicársela a alguien es a mis padres, a mi familia, por haberme apoyado desde que era chico, por darme los medios posibles. Si ellos esto no sería posible. Me apoyaron y me siguen apoyando, están conmigo. Esta victoria es para ellos", aseguró.
Rodríguez sumó la tercera victoria española en un Tour que comenzó en el País Vasco, lo que le coloca en la línea del año pasado, cuando los daneses consiguieron cuatro etapas, y el amarillo final, tras haber lanzado la carrera.
España no firmaba tres triunfos parciales desde 2015, cuando Joaquín Purito Rodríguez ganó dos y Rubén Plaza otra.
"Esto demuestra que el ciclismo español está en buen nivel, no siempre se puede ser el mejor en todo, pero que quede claro a la afición de que todos lo tratamos de hacer lo mejor posible, trataremos de hacerles sentirse orgullosos de lo que hacemos aquí", aseguró.
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