Granada

Un proyecto piloto propicia convivencia y rehabilitación de mujeres con adicción

La vivienda, situada en la Zona Norte, cuenta actualmente con cinco mujeres que ocupan parte de las nueve plazas totales disponibles

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  • Adicciones.

Una iniciativa pionera de Proyecto Hombre, con la que colabora Fundación Caja Rural Granada, apoya la rehabilitación de mujeres con adicción en un piso de acogida donde pueden crear un entorno donde propiciar una convivencia normalizada, fomentar la autonomía y responsabilizarse de tareas diarias.

La vivienda, situada en la Zona Norte, cuenta actualmente con cinco mujeres que ocupan parte de las nueve plazas totales disponibles.

El presidente de Caja Rural Granada y su fundación, Antonio León, ha visitado este domicilio junto al director de Proyecto Hombre, Manuel Mingorance, que ha explicado los detalles del programa para favorecer la incorporación social y laboral de las convivientes.

Con este alojamiento, se da cobertura a necesidades básicas de alojamiento, manutención, acompañamiento e intervención educativa-terapéutica, seguimiento médico, farmacológico y psicológico.

El objetivo es crear un entorno "motivador" donde propiciar una convivencia normalizada y fomentar la autonomía de las personas atendidas, que se responsabilizan de horarios y de las actividades diaria de limpieza, compra o cocina.

La vivienda cuenta con psicólogos, terapeutas, trabajadores sociales y abogados que las supervisan y asisten los 365 días del año y las 24 horas del día.

Los profesionales ha explicado que uno de los momentos más difíciles a los que deben enfrentarse es cuando tienen que decirle a alguna de las mujeres que no están preparadas aún para ver a sus hijos.

Estas mujeres sufren doblemente porque, en el 100 % de los casos, detrás del consumo hay un problema de abuso físico o psicológico.

Aunque los perfiles de usuarias son muy diversos, la mayoría de ellas tienen entre 30 y 50 años y provienen de un contexto sin hogar ni red familiar de apoyo.

Según Proyecto Hombre, el porcentaje de población femenina que consume sustancias legales e ilegales aumenta cada día y, sin embargo, la proporción que pide ayuda es muy pequeña.

Las mujeres soportan una mayor presión social debido a los roles preestablecidos por género, deben ser madres, parejas y amas de casa perfectas, luchar por la igualdad de oportunidades en el trabajo y encontrar tiempo para cuidar su físico, pero sienten una mayor culpa y más vergüenza a la hora de admitir su problema.

La sociedad es además menos permisiva con ellas debido a que les reprocha que hayan antepuesto esta dependencia a su papel de madre o cuidadoras de padres y parejas, unas cargas familiares que también les dificultan su acceso a los tratamientos.

La invisibilidad de las mujeres en el ámbito de las adicciones y la estigmatización de la sociedad ante una realidad creciente provocan que los problemas de drogradicción entre la población femenina sean, en definitiva, mucho más graves y que necesiten programas y recursos de atención muy específicos.

Las mujeres atendidas por Proyecto Hombre tienen una media de 40 años y comienzan su consumo, principalmente de alcohol, a una edad más tardía que ellos.

Un 10 % vive con sus hijos, mientras que este porcentaje en los hombres solo llega al 1 %, padecen problemas de salud crónicos en mayor medida y más ansiedad y depresión que el colectivo masculino.

Esta desigualdad se ha visto incrementada por la crisis sanitaria de la Covid-19, que en términos generales ha acentuado las situaciones de vulnerabilidad en la que se encuentran los colectivos más desfavorecidos. EFE
 

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