Después de tres ediciones sin la 'Procesión de los Cadaleitos' (ataúdes), dos por la pandemia y otra por la negativa del cura, la tradición se ha recuperado a medias este sábado. Las cajas mortuorias, una de ellas con una persona viva en su interior, han regresado a Santa Marta de Ribarteme, en el concello pontevedrés de As Neves, aunque sin pisar la iglesia ni sus dominios; como si fuera un tratado de paz entre el párroco y el pueblo, entre la fe y el paganismo.
Jorge Rodríguez logró su objetivo. Llevaba tiempo ofrecido para ir en uno de los ataúdes en la fiesta de Santa Marta. "El año pasado el cura no me dejó y busqué otros medios, hablé con el obispado y este año llegamos al acuerdo para salir desde fuera de la iglesia y el párroco no me puso peros ni nada, al contrario", asegura tras cumplir con la promesa.
A pesar de lo que le ha costado, confiesa que el cura, Francisco Javier de Ramiro, "no es tan malo como la gente dice", que lo ponen "peor de lo que es". Después de tres años sin esta singular procesión, ha habido una tregua.
No se ha recuperado la normalidad, pero, al menos, "se ha dado un paso", como dicen los vecinos. Además del de Jorge, había otro ataúd en la procesión, aunque este iba cerrado, con la persona ofrecida debajo de él.
La tradición se remonta al menos hasta el siglo XII y según algunos estudiosos tiene sus inicios en tiempos precristianos. Los devotos se ofrecen a Santa Marta y acuden a la ermita en el interior de ataúdes transportados por familiares y amigos como forma de agradecerle que les haya ayudado a superar situaciones que les pusieron al borde de la muerte. Viven y celebran.
Antes salían desde dentro de la iglesia, pero ahora lo hacen desde la carretera, sin ni siquiera tener contacto con el atrio. "Queda mucho camino por recorrer para que vuelva a ser como antes", indica a EFE una vecina.
Pero se ha avanzado, como dice el alcalde de As Neves, José Manuel Alfonso, que también es de la parroquia. "Se necesitaba este paso de hoy. Era muy necesario para todos. Para la parroquia y para el Ayuntamiento", resalta, en declaraciones a EFE, el primer edil.
Calcula que más de 5.000 personas se han dado cita este sábado en Sana Marta de Ribarteme. Y eso que "empezó mal el día, lloviendo". Tras la misa de las 12, llegó el momento de que los ataúdes salieran en procesión.
En los días previos, hubo que templar los ánimos. El alcalde, en la saluda, trasladó "un mensaje de diálogo, de respeto. A las tradiciones y a la iglesia".
Cuenta que habló con los vecinos y que también llamó al cura, aunque, por su forma de contarlo, se intuye que no hubo conexión. "Él no está por la labor de atender a nadie. Es su forma de ser. No le voy a convencer de nada ni meterme en sus asuntos. A mi lo que me preocupa es que haya normalidad", sostiene.
El alcalde defiende lo "arraigada" que está la procesión y se felicita de que la gente haya aplaudido "el hecho de que todo vuelva un poco a la normalidad".
"Como vecino de aquí, creo que, al margen de cosas que haya que adecuar a los tiempos litúrgicos, forma parte de nuestra cultura, de nuestra forma de ser. Imaginate que en México no dejas meter alimentos al cementerio... Son creencias, tradiciones. No creo que hagan mal a nadie", señala.
Como alcalde, explica que es una procesión singular, declarada de interés turístico por la Xunta de Galicia en 2020, que comparte con el resto de romerías la convivencia entre lo religioso y lo pagano, la fiesta que hay a su alrededor.
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