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El quinto, en juego

Ya no amamos a nuestros políticos. El tonteo, el flirteo, los abrazos, los besos y arrumacos de los mítines son puro postureo. Ciertamente, no hicieron...

Publicado: 03/11/2019 ·
23:11
· Actualizado: 03/11/2019 · 23:11
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Autor

Manuel Expósito

Director general de Gestión de Medios Jiennenses

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El blog Expositor se centra en la crónica política de la semana en Jaén y provincia

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Ya no amamos a nuestros políticos. El tonteo, el flirteo, los abrazos, los besos y arrumacos de los mítines son puro postureo. Ciertamente, no hicieron casi nada, ni los unos ni los otros, por alimentarnos las ganas de ir a votar. El despecho y la apatía de una legión creciente de desencantados. No, no es amor verdadero. El voto quedó reducido al coito. Y una vez metido, como es sobradamente conocido, nada de lo prometido. Las grandes asignaturas de Jaén permanecen inmutables 44 años después: paro, emigración, monocultivo y subsidiación. La clase política de la tierra debiera hacérselo mirar. Se suceden las generaciones de políticos comprovincianos con mucha más pena que gloria, más planes programados que progresos consumados. Pero ellos, la dirigencia de los partidos, los popes, se justifican con la participación electoral: Jaén siempre descuella sobre las demás en asistencia a las urnas. ¿Para qué quieres más?

Arranca la campaña del ’10-N’, comprimida en una sola semana. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun lo malo, si poco, no tan malo. Una semana de campaña, de Halloween al Día Mundial del Urbanismo, del Día de Todos los Santos al 8 de noviembre. Son mensajes repetidos, seis meses después de la última vez. Proliferan los fake news, la manipulación digital de las derechas para fomentar la abstención entre las izquierdas, la olla exprés de Catalunya, el bloqueo, la recesión en ciernes y las tendencias marcadas por unas encuestas que subrayan la recuperación de un bipartidismo, en todo caso, venido a menos. Se desinflan las expectativas de Unidas Podemos y Ciudadanos, en tanto Vox, haciendo acopio del naufragio populista de los otros, evoluciona favorablemente en aras de abandonar la quinta posición. En una tierra donde dependemos tanto del monocultivo del olivar, con los precios en origen del aceite de oliva por debajo del umbral de la rentabilidad, con una atraso cronificado en materia de infraestructuras viarias, por más que se haya abierto ya al tráfico el tramo Úbeda-Torreperogil de la A-32, con la despoblación y la fuga del talento generando mayor desasosiego, las políticas sociales, incluida la nueva PAC, vuelven a situarse en el centro del debate.

La Jaén que resiste en Jaén, a pesar de los pesares, necesita, tanto como la lluvia salvífica que retorna a nuestros campos, que dejen de garantizarnos con cara de pena unas cotas decentes de bienestar. Podemos seguir alejados de los grandes centros de desarrollo industrial del país, logísticamente desubicados, pero no podemos renunciar a subsistir dignamente por el hecho de no querer, o no poder, salir de aquí. Esa es la clave diferencial de este ’10-N’ en Jaén. Nos sobran las milongas. Es más, ya no creemos en ellas. Y sabemos primar, al margen de ideologías e intereses partidistas, los únicos objetivos irrenunciables: más control del mercado oleícola, recuperación del tráfico ferroviario y mejores carreteras y unas políticas sociales que cuiden de los más desfavorecidos, que en territorios como el nuestro, suelen ser la mayoría. Una mayoría, por lo general, silenciosa, que cuando llegan unas elecciones como estas, con toda su carga reactiva de sangre y cebolla, sale a votar en masa. El miedo al abstencionismo en Jaén se relativiza en el ámbito rural. En los pueblos pequeños, ajenos al empacho urbanita por la incapacidad de diálogo de los grandes partidos, la participación siempre se dispara al grito recurrente, shakesperiano (en Jaén siempre fuimos muy de Shakespeare) de “Ser o no ser”, “Nosotros o ellos”, “Ahora o nunca”. Ello nos distingue, pero no nos hace más fuertes. Demasiados gregarios y muy pocos líderes. Chupamos rueda que es un gusto. Ese es nuestro problema.

17 de abril de 2019. El semanario liberal The Economist recomendaba a los españoles darle al PSOE “una mayoría para gobernar, aunque seguramente no será así” en las elecciones del ‘28-A’. “Más parálisis política no le sentará bien a España”, afirmaba el influyente medio británico, alertando de que “las señales” apuntaban a que esa parálisis, “que ahora atenaza a España, puede empeorar”. Y, en efecto, erre que erre, llevamos seis meses empeorando. Las derechas tecnológicamente avanzadas, a lo Bendodo o a lo Moreno Bonilla, alientan en Facebook la desmovilización de las izquierdas remilgadas. Es hora, pese a todo, de tomar partido, a lo Gabriel Celaya, partido hasta mancharse. Los de Vox, para el mitin de Abascal en Jaén (el viernes placearán por la circunscripción a Ortega Lara), la toman con la SER y vetan a los compañeros de Radio Jaén. JDR pone de moda entre sus allegados los chalecos acolchados azul marino. No hay para todos. El naranja liberal, capeando el temporal, intensifica la agenda de Marian Adán hasta el frenesí. Felipe Sicilia, tan sanchista, tan Quijote, se bate ordenadamente en duelo con quien se ponga por delante. El quinto escaño al Congreso por Jaén, no sé si se acuerdan,  anda en juego.

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