Les prometo que no quería volver, ni hecho mistos, a enterrar otro agosto en la piel, y, menos aún, atrapado en un inesperado doble duelo: las vacaciones definitivamente consumidas, justo después de dos días de luto oficial por la muerte del inigualable alcalde de Jaén, que lo fue, y lo seguirá siendo en el subconsciente colectivo de cuantos le conocimos, Alfonso Sánchez Herrera: Alfonso, don Alfonso, Perejil, un imprescindible en cualquier potaje jaenero que se preciara –económico, político o social- durante las tres últimas décadas. Alfonso Sánchez Herrera era la personificación paradigmática de esa Jaén conservadora, de gracejo añejo y tabernario, tantas veces proverbial, que descubrí en aquella capital ensimismada de provincias donde comencé a tirar a dar, a golpes de voz, boli y micro siempre en ristre, a principios de los ya lejanos años 80. Con Alfonso, la derecha acomplejada de Jaén, que se sometía a regañadientes a la hegemonía electoral del arrollador PSOE de Felipe González (y sus cabras ganadoras), no sólo recuperó el poder consistorial merced a una moción de censura suscrita por AP y CDS en 1989, sino que dos convocatorias más tarde, en 1995, unificó bajo las siglas del PP a una mayoría social, traducida en términos representativos en sólida mayoría absoluta. Fue entonces, en el 95, cuando el pope pepero andaluz, Javier Arenas, promovió la rebelión interna de los tres alcaldes de las principales ciudades jienenses gobernadas por su partido –Alfonso Sánchez en Jaén, Juan Lillo en Linares y Juan Pizarro en Úbeda- contra el poder orgánico provincial ejercido por Gabino Puche, apuntalado por el influjo del gran Ramón Palacios en ‘Génova 13’ y, sobre todo, en Moncloa. La irreductibilidad del puchismo en Jaén, ya fuera poniendo de mascarón de proa a Miguel Sánchez de Alcázar o, más tarde, a José Enrique Fernández de Moya, condenó en el seno del partido al bueno de Alfonsón al rincón de pensar, sin que por ello cayera en las tinieblas exteriores ni fuera privado de las mieles que el oficialismo triunfante otorgaba a sus prohombres. Difícilmente, mero botón de muestra de tan singular suerte de funambulismo, un alcalde de Jaén volverá a ver en vida, como le ocurriera al llorado Alfonso Sánchez, quintaesencia de la bonhomía, que su nombre bautice una infraestructura pública tan popular y concurrida como el recinto ferial. La alegría de cruzarse con él y reclamarle el caramelito de su último chascarrillo. ¡Qué arte!
“¿Ves? -me señalaba el viejo la higuera, nuestra higuera, cargada de higos, que tantas veces nos protegió, años atrás, del implacable sol de agosto-. Todas aquellas brevas de la primera primavera fueron cayendo. Da lo mismo que las cojas o que se las dejes a los pájaros, porque el resto, inevitablemente, terminará abonando el suelo”. El mismo día que falleció Alfonso, dejaban este mundo ingrato y placentero un antiguo alcalde pedáneo del PSOE de Andújar (Isaac Matías González) y un veterano sindicalista minero de CCOO y el PCE de Linares (Manuel Sánchez Mingorance). La parca no discrimina por ideologías. No somos nadie. Apenas, una sucesión de higos a brevas. Y lo que es peor, lo sabemos.
Arden parcialmente las instalaciones en Vaciacostales de Onda Jaén y el nuevo gobierno municipal de coalición, PSOE-Cs, promueve un ERTE, inadmitido en primera instancia. ¿Le hace falta a Jaén esta RTV? Fue en aquel PP de mayorías absolutas y de urbanismo salvaje, que generaba plusvalías a diestro y siniestro, Alfonso, cuando uno de tus descubrimientos, Miguel Segovia, emprendió el camino de la constitución de un chiringuito mediático público, al estilo de Canal Sur, salvando las distancias. Dos millones y medio de euros de aportación anual para sostener una radiotelevisión mal organizada y peor gestionada (2,5 mill.€ de subvención, 2,4 mill.€ para personal, 1,4 mill.€ de deuda comercial, 1,2 mill.€ de deuda a acreedores, ingresos propios casi inexistentes). 45 empleos sin procesos selectivos previos pero que no merecen sufrir la incertidumbre actual. WPT. La organización de la World Padel Tour descarta proseguir su andadura en Jaén sin reunirse siquiera antes con el interesado, amparada al parecer en filtraciones, pantallazos y recortes que le han llegado (¿desde Jaén?) a propósito de las objeciones que ponen algunos de los nuevos munícipes gobernantes sobre costes, pagos pendientes y emplazamiento más idóneo. Unos se justifican pretextando que no quisieron decir lo que algunos entendieron y otros se alegran, sin que se note demasiado, hoy que ya no les compete personalmente, de que el evento deje de celebrarse aquí. ¿Oposición leal? ¿Gobierno desleal? “Cuerpo a tierra, que vienen los míos”. Alfonso Sánchez Herrera dixit. Un grande.
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