Yo, como casi todos los presentes, por Dios y por España, o por la Revolución y la República, tendría muchos muertos que desenterrar si no fuera porque una parte preeminente de los vencedores de la contienda ya dispuso de 40 años para exhumar de fosas comunes a sus mártires -que también fueron los míos- e inhumarlos, con todo el boato del imperante nacionalcatolicismo de entonces, en templos y mausoleos –a través de fondos públicos, como recuerda, amparado en evidencias documentales irrefutables, el historiador Luis Miguel Sánchez Tostado-, mientras que los del otro bando llevan –llevamos, con el perdón implícito de la ley de punto final que supuso la Transición, sin dejar que la mano izquierda, en puridad penal, sepa lo que hizo la derecha- un periodo similar, los 40 años posteriores a la muerte de Franco, aunque con menor dotación y muchos más impedimentos, avanzando en el hallazgo de los restos de unos familiares represaliados sobre los que cayeron dos capas de ignominioso olvido: 40 años sin atreverse a reclamar un entierro digno y, a renglón seguido, otros tantos de lucha denodada por restituir un honor que los apologistas de la Dictadura mancillan, hoy, en sede parlamentaria, calificándoles impíamente de “buscadores de huesos y estrategas del revanchismo” y recomendándoles que, entre otros lugares “donde fueron asesinados y enterrados cientos de españoles a manos de las milicias del Frente Popular”, “cavaran en los alrededores del cementerio de Mancha Real”. Pero en los aledaños del citado camposanto hace ya mucho tiempo que no quedan víctimas de las “hordas marxistas” –“fusilados en Mancha Real como represalia al bombardeo de Jaén del 1 de abril de 1937”-, puesto que en marzo de 1940 –como precisa Sánchez Tostado-, junto a los asesinados en los denominados “trenes de la muerte” a Madrid, recibieron cristiana y pomposa sepultura en la Catedral de Jaén. En ese mismo marco, este sábado, 30, a las 11 de la mañana, se clausura la fase diocesana del proceso de beatificación de 130 de esos mártires jienenses, tal y como consigna el corresponsal Javier López, en la edición regional de ABC, bajo el aleccionador títular de “La otra memoria histórica”.
Una hora después, en Ifeja, Pedro Sánchez y Susana Díaz coinciden en un mitin, aún en precampaña, cuando la tensión latente entre Ferraz y San Vicente amenaza con saltar por los aires la impostada paz reinante a cuenta de un escenario poselectoral en el que el PSOE-A, a decir de un influyente sector del socialismo andaluz, podría dejar de depender jerárquicamente de la dirección federal, “articulándose de forma independiente, al estilo del PSC”. Por si no querías caldo especulativo -¿Qué sucedería en el PSOE-A si Pedro Sánchez siguiese en la Moncloa tras el 28-A?-, dos tazas. Ante las imposiciones del sanchismo en la confección de las candidaturas al Congreso y al Senado y la hipótesis de trabajo que maneja el entorno del actual presidente del Gobierno de que la ministra María Jesús Montero se erigiera en alternativa plausible a Susana Díaz, la escisión del susanismo en forma de territorial aliada, que no federada, se antoja en este punto más un globo sonda que una opción creíble. No hay peor cuña que la de la misma madera. O sea. Javier Márquez, entretanto, al hacerse con la primera plaza al Senado, asocia indisolublemente su carrera política a la suerte electoral de Pablo Casado, al tiempo que remarca las similitudes entre su trayectoria y la de su mentor. Ahora bien, José Enrique Fernández de Moya alcanzó holgadamente la alcaldía en mayo de 2011 y seis meses más tarde logró escaño en la cámara alta. Cuqui, en cambio, sin haber ganado todavía nada, se mete en el berenjenal de dos campañas personales sucesivas, dos reválidas que pueden catapultarle o desahuciarle definitivamente. Jubilado a la fuerza el incombustible Puche, neutralizado el investigado presidente de honor, ninguneado otra vez Juan Diego Requena, se impone el aggiornamento de la derecha pepera. Nada es lo que era. La división del centro-derecha daría el triunfo al PSOE en 29 provincias y le otorgaría mayoría en el Senado, certificaba, ayer, un estudio demoscópico. Solo en tres provincias andaluzas la izquierda vencería al bloque de centro-derecha: Jaén, Sevilla y Huelva. Una fragmentación, en este caso de cara a mayo, a la que tampoco son ajenas las izquierdas. Antonio Maíllo, el viernes, visitaba Jaén intentando que no se reprodujera el desenlace de la vecina Córdoba, donde las izquierdas a la izquierda del PSOE concurrirán hasta en tres listas diferentes. Egocentrismos 0,0. Y este domingo, 31, la ‘España vaciada’ se manifiesta en Madrid. A la postre, ocurra lo que ocurra, para nuestra tranquilidad, Jaén seguirá mereciendo mucho más que lo que la presencia jienense deje a entrever.
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