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Antes muerto que sencillo, Castillo

No recordaba un domingo tan claro como el de ayer, en lontananza de lo premonitorio, de lo preelectoral, en que importase tan poco el acento andaluz...

Publicado: 11/11/2018 ·
23:30
· Actualizado: 11/11/2018 · 23:30
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Autor

Manuel Expósito

Director general de Gestión de Medios Jiennenses

Expositor

El blog Expositor se centra en la crónica política de la semana en Jaén y provincia

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No recordaba un domingo tan claro como el de ayer, en lontananza de lo premonitorio, de lo preelectoral, en que importase tan poco el acento andaluz de la cita con las urnas del 2 de diciembre. Se habla de cualquier memez antes que de esa convocatoria que Susana Díaz pretendía alejar de otros ruidos de banderas, de otros avatares de la política estatal. Ni puñetero caso. NNGG, eso sí, en su estreno en la precampaña, como elefantito en cacharrería, llamaba ‘ratas’ a cuantos inquilinos tuvo la presidencia del gobierno autonómico andaluz, del primero a la última, en línea con el argumento-base en que pivota la ofensiva de sus mayores: cuarenta años en el poder de la Junta, un mismo partido, no son de recibo aunque se sustenten en sólidos respaldos ciudadanos. Los mitos mal curados de la política española. ¿Recuerdan? Javier Arenas, el único candidato no socialista que ganó unas elecciones andaluzas hasta la fecha, solía perder los estribos, invocando al fantasma del fraude, cuando los resultados de la noche electoral no respondían a sus expectativas. De otro antecedente con deje, el efecto perseguido por aquellos dóberman de la derecha asustaviejas con que Alfonso Guerra irrumpía en las últimas campañas que dirigió, surgen hoy, versionadas a la pequeña escala de un nauseabundo roedor palatino, las invectivas de Moreno Bonilla y Pablo Casado acerca de la conexión inversamente proporcional entre el gasto en cocaína y prostíbulos de algunos ex altos cargos del Gobierno andaluz y la inversión real de la Junta en políticas a favor de la inserción de nuestros parados en el mercado laboral. La acusación se suele dejar caer, así, sin presunciones ni envoltorio, luego se adorna con el momento procesal que atraviesa el juicio de los EREs mediante el último soliloquio alusivo de Antonio Burgos o Carlos Herrera, y se concluye recreando una atmósfera plebiscitaria, apocalíptica,  del tipo de ‘continuismo o cambio’, ‘vicio o esperanza’, que esgrimían machaconamente, el pasado viernes, tanto en Jaén como en Linares, de tournée por una circunscripción electoral incierta para el PP, una pareja inseparable en estos días, Pablo y Juanma, bien avenida pese a sus horas bajas, que los respectivos gabinetes atribuyen lógicamente a la devaluada marca. Justo lo contrario que sucede con Susana Díaz y Pedro Sánchez que, bien pertrechados desde el poder en prospecciones demoscópicas alentadoras, ni se buscan ni se encuentran ni se complementan. No suman afinidades más allá de las estrictamente necesarias, ni van a coincidir prácticamente durante toda esta campaña.

La negativa de Ciudadanos a reeditar cualquier tipo de alianza o pacto de legislatura con el PSOE-A aboca a la política-ficción regional a aventurar una nueva fecha para unos hipotéticos segundos comicios, el 24 de febrero: una especie de segunda vuelta, con remarcados tintes apologéticos en torno a la epopeya soberanista, con perdón, del ‘28-F’. Demasiadas elecciones seguidas, si nos atenemos al calendario establecido que incorporará, en mayo, europeas y municipales. “¡Que me quiten lo bailao!”, que diría Juan Marín, el presidenciable del partido naranja, manzanilla en rama de Sanlúcar, el mejor cuñao que Manuel Buzón pudiera tener, que siempre que viene a Jaén, o habla de Jaén fuera de ella, se arroga la autoría intelectual del desbloqueo –nunca consumado del todo- del tranvía de Jaén. Que fue él, y ningún otro, el que sentó a Cuqui y Felipe, frente a frente, y los puso de acuerdo, sigue sosteniendo el buen hombre cuando casi todo el mundo sabe de buena tinta que su arreón al respecto salió del despacho del vicepresidente Jiménez Barrios. Medallas políticas al margen, la puesta en marcha del tranvía evitaría 400.000 desplazamientos anuales en coche por el saturado y contaminado centro urbano de Jaén. Si nos atenemos a los niveles aconsejados por la OMS, fenecemos, literalmente, por la mala calidad del aire que respiramos. Jaén, la séptima ciudad española con el aire más sucio. Enarbolar y agitar, pues, la bondad medioambiental del tranvía es la principal bandera del consejero-paisano-candidato Felipe López cuando regresa. Desbloquear, en sana lid, el conflicto del tranvía y reanudar su funcionamiento no más allá de la última fecha anunciada, abril de 2019. Si la Junta afrontó el 90 por ciento de los 120 millones de euros de inversión global del sistema tranviario de Jaén fue para que su endeudadísimo consistorio pudiera asumir, al menos, siquiera fuera a trancas y barrancas, un resto consistente en su mayor parte en la adquisición de esas mismas unidades móviles por las que ahora regatean. La asunción de una cuota que el Ayuntamiento, como todo mal pagador, quiere modificar in extremis. El martirio de un acuerdo final, antes muerto que sencillo, Castillo.

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