Eutopía

La letra que se vendió

Mirándome, con su cara inocente, los ojos entreabiertos, me hizo nuevamente otra petición: “Explícame un cuento, pero que sea de verdad”…

Publicado: 29/07/2019 ·
12:16
· Actualizado: 29/07/2019 · 12:16
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Autor

Belén Ríos Vizcaíno

Belén Ríos es trabajadora Social. Profesora de la Universidad de Huelva.

Eutopía

Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ

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Mirándome, con su cara inocente, los ojos entreabiertos, me hizo nuevamente otra petición: “Explícame un cuento, pero que sea de verdad”… ¿Estás seguro? Le contesté. Mira que la realidad carece de brillo y muchas veces no tiene finales felices, puede ser hasta que duela…Y eres muy pequeño. Tienes tiempo para comprender que lo deseable y lo realmente bello es esquivo.  Puedes pasar toda tu vida buscándolos y tan sólo podrías hallar breves destellos… Insistió y cedí, al fin y al cabo, a nadie se le puede negar que tenga la necesidad de escuchar algo que sea verdadero. Érase una vez (rectifiqué, sonaba muy irreal)… Así que empecé… Hace muchos años conocí a una letra, la “W”. Como signo gráfico, era elegante, comedido, diría que hasta incluso agradable… Durante mucho tiempo trabajó codo con codo con la “P”, estaban muy unidos, como los dibujos de Heidi y su amigo Pedro, ¿te acuerdas? “W” tenía un talante dialogante y conciliador, por lo que la “P” de protocolo, es decir, saber qué debe hacerse formalmente y de manera adecuada, se le daba realmente bien. Así hasta que vino otra realidad económica, social y política, que fue cambiando nuestra ciudad. A la “W” le afectó gravemente. Se quedó, como el resto de las letras del alfabeto, en una situación de crisis. Y ésta, nos perjudicó a todas las personas y lo sigue haciendo… pero no te asustes, tú aún no lo puedes percibir. Y si vuelve la dichosa crisis, porque siempre tiene motivos para hacerlo, manténte prevenido y, además, ya sabes que cuentas conmigo, recuerda que “yo mataré monstruos por ti”. Bueno… como te decía, “W” estaba muy abrumado. Por más que saltaba y saltaba, no podía llegar a los primeros puestos del alfabeto. Intentaría, seguramente, con todos sus esfuerzos, hacerse un hueco y volver a encontrar de nuevo el bienestar. Hace muy poco, alguien se ofreció como pilar de apoyo. Otra vez la “P” se le cruzó en el camino, quizás así pudiera enmendar todo lo que había padecido… Sin embargo, la “P” tiene muchos “peros” y estos ya sin “privilegios” y encima no exentos de “porrazos”. De repente “W”, frustrado, se dice a sí mismo y al resto de la ciudadanía que si no había llegado al pódium con tantísimos esfuerzos, recuperaría su protagonismo pegándose literalmente a otras letras… Se dijo, si total, estoy entre medio de ellas. Recuerda cariño, que la “W” está entre la “V” y la “X… y en este momento son las peores compañías, es decir, amistades peligrosas. Y efectivamente, “W” se transformó. Vendió sus ideales, sus buenas formas, su posicionamiento negociador, para volver a la primera plana. Y decidió unirse a quienes van en contra de los derechos universales de otros signos. Y ya su discurso no apuesta por la “L” de libertades, ni por la “J” de justicia social, ni por la “I” de igualdad, ni por la “D” de diversidad. “W” vendió su alma y se convirtió en otra letra, perdió su señal de identidad… se convirtió en “O”, sirvió de comodín para darle “voz” a todo el amplio espectro de la sinrazón... ¿Lo ves? Le dije. Esta realidad no es un cuento y no termina bien… Me miró y con esa transparencia de la infancia, me dijo: “Belén, no he entendido nada. Pero pobre letra la “W”.

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