Hagámoslo. Contribuyamos a seguir fortaleciendo nuestra democracia y el Estado de derecho. Ha costado mucho sufrimiento, muchas heridas que aún están sin cerrar, muchas vidas, muchas trayectorias truncadas y perseguidas. Votemos. Por conciencia. Por responsabilidad personal, colectiva y comunitaria. Porque si no, quienes no tienen escrúpulos, te obligarán a no poder ser quién eres, a no ser libre, a estar en una jaula llamada dictadura. No lo permitamos. Desechemos de nuestro país, a una ultraderecha demonizada por méritos propios y hambrienta de provocar el dolor ajeno. No dejemos que manchen el mapa, de derechos y compromisos, que se ha ido construyendo lentamente, aún y a pesar, de seguir caminando con las muletas de tantas décadas de aislamiento, precariedad, dominación y autarquía. No nos unamos a la sinrazón, al despropósito de volver a tirar por tierra el concepto universal de ciudadanía. No apostemos tampoco, y si se hace que la militancia manifieste que sus referentes políticos/as, no sean cómplices, que no se permitan pactar con la violación de los derechos humanos inherentes e inviolables, sólo porque quieran saborear las mieles que ofrece el trono del poder. Votemos. ¡Simplemente, por justicia, por igualdad, por los valores promulgados! ¡No podemos quedarnos en nuestra esquina segura, en nuestra siempre aburrida zona de confort! Pasemos del atontamiento temporal, de aquellas vías que nos alejen de cumplir con nuestro derecho civil y político. Es un gesto imprescindible para que después la queja no sea infundada o estéril. Para que no culpabilicemos a las demás personas por lo que se ha decidido, porque de nada sirve “lavarse las manos”. Votar, es una acción y una respuesta libertaria. Quedarse indiferente, no acudiendo a las urnas, es una manifestación de pasividad extrema. Es una irresponsabilidad, siempre, pero especialmente en un contexto donde pende, de un hilo muy fino, lo básico en un Estado de bienestar. Actuemos y animemos a nuestras redes más próximas a no desligarse, a que no vuelvan la cara al clamor popular de activar la participación ciudadana. Yo me sumo, por corresponsabilidad. Lo hago, porque no entendería no agradecer a tantas mujeres y hombres, su esfuerzo personal para que ahora siga siendo posible. Iré este domingo 28 de abril, sabiendo que es mi voluntad, pero también mi obligación y mi devolución con quienes lo dieron todo, y así lo demuestra, esta historia de España tan reciente pero tan enterrada por los intereses de grupos fácticos. Lo mismo, que han estado latentes y que ahora, se limitan a dividir, a apropiarse de los símbolos y de los himnos, a expresar barbaridades y crueldades que sólo pueden salir de unas bocas y mentes cenicero, a colgar ristras de animales muertos para exhibir su perversidad. No son tantos/as, si pueden serlo si se unen los grupos compinches. Sí, podrían visualizarse, si un porcentaje elevado de la población, se queda sólo observando, sin hacer absolutamente nada. No lo aceptemos, ni siquiera la idea que puedan disolver de golpe todos los valores y principios éticos. Vamos talita cumi…” ¡Es decir, mujer, hombre…Levántate y Anda! Y cuando llegues, vota.
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