Eutopía

Apareces tú

Lo fácil es subirse al mismo autobús. La misma línea, la misma previsión de recorrido. Paisajes presuntamente paralelos. Rostros comunes, casi familiares

Publicado: 25/03/2019 ·
12:48
· Actualizado: 25/03/2019 · 12:48
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Autor

Belén Ríos Vizcaíno

Belén Ríos es trabajadora Social. Profesora de la Universidad de Huelva.

Eutopía

Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ

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Lo fácil es subirse al mismo autobús. La misma línea, la misma previsión de recorrido. Paisajes presuntamente paralelos. Rostros comunes, casi familiares. El mismo duermevela, donde sólo despiertan quienes ahuyentan los sinsabores de las soledades. Aun así, las percepciones juegan al escondite y nos engañan. Seres inmóviles, sí, sentados en el lado más oscuro del porvenir. Las mismas idas, con todas las papeletas de ganarnos idénticas vueltas. Observemos… Sí, personas calladas, absortas y prácticamente secuestradas. Pero ahí están, con sus miradas, buscando con uñas y dientes una bengala de resistencias, de luces sin costuras. Ahí están, con las manos sedientas de aquellas caricias que hacían disfrutar a la piel de las escasas bienaventuranzas de los inviernos. Ahí están, los sueños alzando un vuelo libre, tan sólo codificado para quienes pagaron en su día el billete de bienvenida. Sí, es el mismo autobús, con sus mismas filas y sus mismos asientos. Cada cual, decidiendo o aceptando la parada en la que bajarse… Y después nos queda continuar. No se sabe hacia dónde, ni de qué forma… Aprendices cada día, neonatas/os en el libro de las experiencias, empujando al fantasma de las resignaciones. Yo, subida aún, de vez en cuando escribo en alguna hoja de la agenda, que debería cambiar itinerarios, que podría dimitir ante las mismas fronteras, que ya me cansan los aires grises, las malas maneras de los destinos prefijados. Pero apareces tú, haciendo temblar mis palabras, enterrando los “nunca jamás”. Y, de repente, se deslizan los ases en la manga que me hacen recordar con lágrimas y abrazos, a quienes me acompañan más allá de los “para siempre”. Y mis pensamientos queman las naves de los infortunios, tiran las armas… Y tu manos, transparentes e invisibles, me recuerdan que tengo una casa en tu silencio, un alma hipotecada en tu recuerdo. Que tengo una percha que engancha a la esperanza y un “miedo” tan valiente que hace que te lleve indeleblemente a mis espaldas.  Sigues sin hacerme caso, cuando apretando los puños, te grito que cuando te vas, me dejas casi a la intemperie… Sé que nos pensamos en coordenadas diferentes… (Maldita gracia tiene, extender en el mismo tendedero las sábanas del pasado y del presente). Tus explicaciones deambulando en el aire y las mías, etílicas, de tanto moverse entre las arenas. Tú, reapareces, susurrándome hasta la plaza más recóndita de mi oído, disipando penumbras, garabateando todas las posibles formas en las que vestir a mis sonrisas... Sabemos que hoy no sacaremos las banderas blancas, que los nudos aún me aferran a esta resbaladiza gravedad. Te despides sin tiempos, sin compromisos, sin medias verdades. Sé que estarás y estaremos, con la misma fidelidad de los calendarios perpetuos. Con la misma ternura de los besos vírgenes, de los roces accidentales…Y ¿ahora qué? Lo difícil es bajarse en la próxima parada y decirte “hasta luego” con los ojos cerrados y el amor tan despierto…Y ¿mañana? Pues lo del principio… Lo fácil es subirse al mismo autobús. La misma línea y recorrido. Paisajes paralelos. Tú ahí, yo aquí. Yo ahí y tú aquí… Con el mismo duermevela en dónde te digo: no te vayas aún, quédate.  n

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