Eutopía

Espacios libres de corrupción

Actuar desde la ejemplariedad y la igualdad de oportunidades es la postura transversal que debe primar en cualquier estudiante

Publicado: 18/06/2018 ·
10:53
· Actualizado: 18/06/2018 · 10:53
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Autor

Belén Ríos Vizcaíno

Belén Ríos es trabajadora Social. Profesora de la Universidad de Huelva.

Eutopía

Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ

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Junio es un mes agridulce para el alumnado. Por un lado, se invierte casi todo el esfuerzo, que si previamente no ha sido planificado, se vuelve agotador. Por otro, aparecen los frutos de las pruebas selectivas, que suelen ser, salvo excepciones, bidireccional con la motivación y el reto de superación de las pruebas evaluativas. Este mes no está exento de confrontaciones entre los diferentes sectores que conformamos la comunidad educativa. Aunque en la mayoría de los aspectos nos aproximamos, el que no puede mostrar grieta alguna es en considerar la educación como una de las vías fundamentales, no sólo para adquirir conocimientos, sino también para enriquecernos en valores, habilidades y destrezas que nos favorezcan para salvaguardar una convivencia adecuada . Por eso, quienes durante su periodo de formación adquieran la habilidad de aprobar los cursos “copiando literalmente”, utilizando toda una gama variada de medios, deben entender que aparte de una deshonestidad, es un agravio comparativo con el alumnado que sí ha formado parte activa de su aprendizaje evolutivo. Y expreso esto porque lo que se sobreentiende que es un porcentaje mínimo afecta directamente a toda la población discente y docente. A quienes lo hacen, decirles que esa práctica es también corrupción. Y que ante esos comportamientos, las consecuencias pueden ser desafortunadas. Actuar desde la ejemplariedad y la igualdad de oportunidades es la postura transversal que debe primar en cualquier estudiante. Este es el mensaje que sería conveniente ir asimilando desde las edades más tempranas. Parece que en España el fraude está percibido e igualado a la “inteligencia”. Es un grave error que va sepultando las aspiraciones éticas de la sociedad.  Aún es más indignante cuando, quienes lo hacen, se jactan de su “gesta”, entonces ya es para rasgarse las vestiduras.  Llegar al convencimiento, desde la infancia, de que tenemos no sólo el derecho a la educación, sino el compromiso de implicarnos en ella, es un elemento imprescindible para ir frenando actitudes claramente perniciosas para nuestro crecimiento integral. La educación nos brinda oportunidades vitales que no terminamos de adquirir en su plenitud, porque siempre la realidad, en sus diferentes coordenadas, nos desborda. Lo esencial que nos aporta, es vivirla en plenitud, respetándonos y respetando. Los “desvalores” son corregibles, pero para llegar a esta conclusión clave tenemos que pasar diariamente por el escáner de la transformación interior y la reflexión, no para llegar a la “perfección” porque ese concepto es muy relativo”, sino para que seamos mejores personas con nosotras/os mismas/os y con las demás. En estos momentos coyunturales, las figuras más representativas de las instituciones, históricamente intocables, están continuamente en la palestra. ¿Causas? El uso inadecuado de los axiomas políticos, la expoliación de los recursos económicos y financieros para cubrir los intereses personales o el abuso de poder. Estas vilezas se acompañan de actuaciones ilegítimas, cercanas al caciquismo y al liderazgo autocrático, donde parece que la impunidad y la “no transparencia” acampa por lo que consideran su “cortijo particular”. También de extorsiones, malversaciones, tráfico de influencias, sobornos…Ojalá la deshonestidad no sea lo que se copie. Dejémonos contagiar por la ética y la justicia.

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