Eutopía

Heridas torpes

La perspectiva de género, no puede ser un cebo pescador de votos ni tampoco un comodín para hacerle un lavado de cara a la democracia. Es un derecho y un deber

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En 2016, y aún colea con fuerza el patriarcado. Y simplemente, es reflejo de una sociedad que no quiere sanar. Los puestos de representatividad sociopolítica, laboral, económica y cultural tienen por “tradición” nombres y apellidos masculinos. Las oportunidades y la visibilización femenina nos han llegado tardías, siendo posible, no por concienciación mayoritaria, sino por un imperativo legislativo. En este momento actual, con una ideología retrógrada, es evidente que no correrán buenos tiempos para preservar los valores fundamentales. La perspectiva de género, no puede ser un cebo pescador de votos ni tampoco un comodín para hacerle un lavado de cara a la democracia. No es una concesión. Es un derecho y un deber. La igualdad es el termómetro que indica si un contexto está progresando o retrocediendo. El machismo es una herida torpe que no cicatriza. Se perpetúa con el pulso de la fuerza, pero con carencia de inteligencia y humanismo. Es una grieta que horada y pone en situación de riesgo a las unidades familiares, las vinculaciones afectivas, los espacios laborales y educativos, las tribunas políticas. Es un complejo de inferioridad, que desentierra los instintos más bajos. Vemos que su fecha de caducidad se resiste, y encima hay instituciones impregnadas con una espesa pulpa androcéntrica, como es el caso de la ¿Real? Academia de la lengua española, que pretende tirar por la borda avances en la misma. A ver si se enteran, que el lenguaje y el amor, no tienen cromosomas XY, los mismos que descubrió la olvidada genetista Nettie Stevens. Estamos en la reivindicación permanente de una igualdad real y efectiva de género, de la conciliación personal, familiar y laboral, de la paridad en los puestos de toma de decisiones, o de la eliminación de los techos de cristal que impiden a las mujeres llegar a los puestos de alta dirección empresarial o a las múltiples variantes de la discriminación y/o el acoso…Si estamos a medio vestir en ésto, la desnudez nos alcanza, respecto a todo lo diferente a la heteronormatividad. La “evolución legal”, nos hace vislumbrar una realidad más integradora e inclusiva, pero debemos ir más allá, del reconocimiento nominal del derecho a la identidad de género y a la diversidad afectivo-sexual. Los obstáculos a las mismas, son de una enorme envergadura. Porque todavía se escuchan declaraciones brutales de determinados cargos políticos y eclesiásticos (que tienen la biblia entre sus manos y el cuchillo entre los dientes), que no entiendo, porque no son delictivas y sancionables, por beligerantes y promotoras de las persecuciones y el odio hacia las personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, intergénero o del Movimiento Queer. Si tenemos que rebobinar la cinta de nuestra Historia,  que sea por favor, para hacer una lectura de aprendizaje de la Memoria Histórica y no para alzar y darle alas a los dictados de figuras canallescas. Y haciendo malabarismos con las metáforas…creo firmemente, que es mejor, ser y estar  “orgullosas/os” de nuestros avances en la libertad y en la justicia social. Este país,  ni debe hacer el “primo” ni “francamente” deberíamos dejar las riendas a quienes siguen potenciando la desigualdad, la ocultación, la invisibilización, la supremacía masculina o las fobias. “Pffff”…

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