La Taberna de los Sabios

El misterio de nuestro origen

Somos sapiens, pero nos sentimos cercanos a aquellos remotos neandertales que, de alguna manera, aún habitan en nosotros.

Publicado: 10/10/2018 ·
09:14
· Actualizado: 10/10/2018 · 09:14
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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Ignoro desde dónde me lee. Pero igual da, a estos efectos. Mire hacia donde mire o pise donde pise se encontrará con una tierra con unas raíces antiquísimas. Hace mucho más tiempo del que usted pueda imaginarse, por esos mismos paisajes que ahora otea, pasearon, cazaron, gozaron y sufrieron unos humanos remotos de los que desconocemos casi todo. Sus nombres sonoros resuenan en el eco ancestral de nuestros propios orígenes: neandertales, erectus, habilis, homínidos en general que, desde hace casi dos millones de años – o más, quién sabe –, patearon nuestro suelo. Y nosotros, sin conocerlos.

Porque se supone que nosotros, los sapiens, llegamos hará unos cuarenta mil años. Antes, durante casi doscientos mil años, los neandertales nos precedieron. Sus poblaciones debieron ser más numerosas de lo que hasta ahora se pensaba, dada la abundancia de restos materiales y fósiles que se van encontrando. Pero antes de los neandertales, otros humanos aún más antiguos abrieron las sendas y caminos que los neandertales pisarían después y usted y yo hollamos hoy. Todo es más antiguo de lo que creemos y, además, más inteligente de lo que pensábamos.

Hasta ahora creímos que sólo nosotros, sapiens, podíamos producir arte. Los neandertales nos parecían demasiado toscos, primitivos, como para haber dibujado pintura rupestre alguna. Pues bien, esa creencia ha saltado por los aires tras las dataciones realizadas sobre algunas de las pinturas rojas de la cueva de Ardales, que han determinado una antigüedad superior a los 65.000 años. O sea, que fueron pintadas por esos neandertales que tan tontos considerábamos. No lo eran, en absoluto, y, de alguna manera, somos sus herederos culturales y, también en parte, genéticos. Quizás, los últimos neandertales habitaran nuestra tierra, andaluces arcanos, condenados a un olvido que la ciencia trata ahora de redimir.

Andalucía será clave para comprender la ocupación humana de Europa, dado que las sucesivas colonizaciones – o al menos algunas de ellas – podrían haber utilizado el Estrecho de Gibraltar como puerta de entrada o de salida. La comunidad científica es remisa a esta posibilidad a pesar de las evidencias que la atestiguan. El paso por el Estrecho de los homínidos, neandertales y sapiens, es, sin duda alguna, una de las cuestiones que los paleoantropólogos deberán dilucidar en un futuro próximo.

Pocas cuestiones más apasionantes que la de los misterios de nuestro propio origen. Por eso, las Jornadas de Prehistoria celebradas este pasado fin de semana en Jerez de la Frontera supusieron un éxito enorme tanto en el número de asistentes como en la calidad de las ponencias. Organizadas por la Asociación de Amigos del Archivo, y codirigidas por Antonio Santiago y por Marco Antonio Bernal, a los que felicitamos desde estas líneas, las jornadas tituladas “De los primeros pobladores al ocaso neandertal en la Península Ibérica” mostraron el estado actual del conocimiento sobre las poblaciones ancestrales de nuestra tierra, en permanente evolución. La sala Compañía se quedó pequeña para acoger a los asistentes. Eran más de las nueve de la noche del sábado cuando cerramos las jornadas y la sala aún se encontraba repleta de personas interesadas en la historia más remota. ¿Quién dijo que la ciencia y la cultura no interesaban?

Andalucía custodia algunos de los principales yacimientos paleoantropológicos del mundo, como es el caso de Orce, el más conocido de todos ellos, pero también otros muy importantes, comoZafarraya, la Carihuela, la Araña, la Janda, las Terrazas del Guadalete, la Pileta, la Cueva de Ardales,Nerja, la Sima de las Palomas o la Sima del Ángel, por citar tan sólo algunos sobre los que hablamos en las jornadas jerezanas. Enterradas bajo su suelo se custodian las respuestas a muchas de las preguntas abiertas para la ciencia y para la curiosidad popular acerca del misterio de aquellos desconocidos y primeros pobladores.

Jerez fue durante unos días la capital de la paleoantropología española, lo que nos enorgullece como andaluces. Somos sapiens, pero, en esas jornadas, nos sentimos cercanos a aquellos remotos neandertales que, de alguna manera, aún habitan en nosotros.

 

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