La capilla está alojada en una sala de conferencias en la localidad meridional de Anantapur, decorada con motivos florales y donde tan sólo se escucha el sonido de una flauta tradicional india.
En el centro del recinto se halla la urna transparente, a la que se fueron acercando de forma ordenada y silenciosa vecinos de Anantapur y otros pueblos más apartados para despedirse del filántropo catalán, que será enterrado hoy.
En la entrada del complejo hay varios carteles con la imagen de Vicente Ferrer y letreros en inglés y español en los que se lee: “Estamos muy orgullosos del padre Ferrer”.
“Las palabras no son suficientes para expresar lo que hemos vivido”, dijo a un pequeño grupo de periodistas el hijo de Vicente Ferrer, Moncho. Éste describió cómo durante los últimos tres días transcurridos desde el fallecimiento de Ferrer, 300.000 indios han llegado desde “miles de pueblos” del vasto distrito de Anantapur, homónimo de la población donde se halla el epicentro de la labor humanitaria de la Fundación Vicente Ferrer (FVF).
“La gente me dice: ‘Moncho, no pares, hemos perdido a nuestro padre, tienes que llenar el hueco’”que ha dejado, relató.
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