El mandatario dedicó la jornada a la economía tras centrarse en la política exterior y la reforma ética en sus dos primeros días de mandato.
En declaraciones a la prensa, sostuvo que tanto republicanos como demócratas están de acuerdo en que EEUU experimenta “una crisis económica quizás sin predecentes y es necesario hacerle frente rápidamente”.
Obama y la mayoría de los legisladores demócratas defienden un plan que, según el diseño que se maneja en la Cámara de Representantes, prevé inyectar 825.000 millones de dólares (unos 640.000 millones de euros) en la economía durante dos años.
Con ello, el presidente pretende crear o evitar la pérdida de entre tres y cuatro millones de empleos.
Hasta ahora los republicanos han criticado varios aspectos del plan, que prevé dedicar a rebajas de impuestos cerca de 275.000 millones de dólares (unos 213.000 millones de euros) y el resto a inversiones en infraestructuras y nuevas tecnologías, entre otros fines.
Los republicanos reclaman más recortes impositivos y consideran que los proyectos de gasto no podrían llevarse a cabo lo suficientemente rápido como para que tenga un efecto positivo en la economía.
El presidente estadounidense tiene un gran interés en granjearse el apoyo republicano para demostrar que, como ha prometido durante su campaña, gobernará tratando de superar las divisiones partidistas.
Obama reconoció ayer que “sigue habiendo algunas diferencias” sobre “ciertos detalles” del plan entre demócratas y republicanos, y entre los legisladores y la Casa Blanca.
Pero indicó que todos están de acuerdo en la necesidad de tomar medidas, dadas las noticias económicas alarmantes que llegan casi cada día.
El Departamento de Trabajo informó ayer de que la semana pasada las personas que solicitaron el subsidio de desempleo aumentaron en 62.000.
Obama declaró que el Congreso está “en el buen camino” para aprobar el plan de estímulo antes del 16 de febrero, la fecha que se había marcado como meta antes de su investidura.
Conflicto con la Iglesia
Los obispos de EEUU están “preocupados” por el apoyo de Obama al derecho al aborto y le piden que no firme leyes sobre el aborto “más radicales” que la actual, según afirmó ayer el prelado de Orlando, Thomas G. Wenski.
El Obispo de Orlando insistió en su preocupación por el hecho de que “ideólogos pro abortistas” puedan prevalecer en el Congreso estadounidense y presentar a Obama una propuesta de ley “más radical”.
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