La Audiencia de Málaga ha condenado a 12 años de prisión al anciano acusado de acabar con la vida de su mujer enferma de Parkinson
La Audiencia de Málaga ha condenado a 12 años de prisión al anciano acusado de acabar con la vida de su mujer enferma de Parkinson, aunque se ha estimado la suspensión de la ejecución de la pena impuesta, debido a la edad y a la enfermedad incurable que padece; de forma que permanecerá ingresado en la residencia en la que actualmente se encuentra.
La sentencia se dicta después del veredicto del jurado popular, que encontró al acusado culpable de un delito de asesinato. Los hechos sucedieron en octubre de 2010 y el matrimonio llevaba junto unos 63 años, estando la mujer impedida para moverse, teniendo sólo momento de lucidez, según se declara probado en la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press.
Esta situación de la mujer, octogenaria también como él, unido al propio deterioro físico del hombre, hizo que éste programara en su mente la muerte de ambos, determinación que se agudizó cuando les fue otorgada plaza en una residencia de Estepona, dado el empeoramiento del estado de salud de ambos, donde tenían que ingresar ese mismo mes, según el veredicto del jurado y la resolución dictada.
Así, el 6 de octubre, logró quedarse solo en la vivienda, al mandar a la cuidadora a hacer un recado, cogió un cuchillo y le dijo a su mujer que "habían sido muy felices" y que como no tenía sentido seguir en esa situación, "había decidido acabar con la vida de ambos", a lo que ésta, dado su estado, no pudo oponerse. Entonces le hizo dos heridas y luego se lesionó él mismo, según la sentencia.
Se declara probado que el acusado había venido dándole toda la atención posible a la mujer y se encontraba en ese momento afectado por un grave cuadro ansioso depresivo, que le causó limitaciones en su libre determinación de su voluntad, que influyó en la realización de estos actos, por lo que se aprecia una atenuante. También se ha estimado la agravante de parentesco.
Los jurados basaron su veredicto en las declaraciones de las trabajadoras sociales y de un hijo del matrimonio, quienes declararon que la situación del matrimonio era mala por la incapacidad del acusado de seguir cuidando a su mujer, por lo que éste "se desbordó"; y también del forense, quien indicó que era imposible que la víctima pudiera ocasionar las dos heridas.
Aunque en el juicio el acusado no reconoció que fue él el que clavó el cuchillo, sino que dijo que fue ella y que la decisión la tomaron entre los dos, porque la mujer le pedía que quería morir; ante la Policía y en el juzgado instructor sí declaró que decidió acabar con la vida de su esposa y con la suya propia.
Los jurados informaron a favor de la suspensión de la ejecución de la pena impuesta, al igual que luego hicieron las acusaciones y la defensa, debido a la edad del acusado y "los incurables padecimientos que le afectan, dada su situación psíquica y física", por lo que seguirá ingresado en la residencia actual, aunque bajo el control de los servicios sociales penitenciarios.