El gatopardo

Publicado: 18/12/2011
La AIE no sólo no ha resuelto los problemas de fondo sino que los ha agravado, pues hasta Emasesa ha entrado en pérdidas
El gobierno municipal del PP ha filtrado estos días a sus medios afines su intención de crear con, desde, a partir de… las empresas municipales existentes (Emasesa, Tussam, Lipasam, Emvisesa, Giralda TV) una denominada Corporación de Empresas Municipales de Sevilla, que se constituirá antes de que acabe el mes de diciembre.

La agencia Europa Press se ha hecho eco de un comunicado oficial al respecto que es conveniente transcribir en su práctica integridad para admirar cómo el lenguaje tecnocrático es capaz de marear la perdiz hasta extremos insospechados para que la sucesión de perífrasis y términos técnicos se erijan en el bosque que impide ver los árboles de la operación, pues de eso justamente se trata. Veamos.

Unificación


“Dicha corporación tendrá estructura propia, con el objetivo fundamental de unificar criterios de gestión empresarial en las empresas, para la reducción de costes y la mejora de la eficiencia y el control interno”.

“La creación de áreas específicas para la gestión integral de las principales actividades de la corporación -nuevas líneas de negocio y financiación, proyectos corporativos y comunicación- permitirá fortalecer el control sobre dichas partidas, así como la relación entre las empresas”, sigue reflejando Europa Press.

“Con la nueva Corporación de Empresas Municipales, entre otros objetivos, se trata de dar un vuelco a la gestión de la coordinación entre las empresas en lo relativo a proyectos corporativos, eficiencia y ahorro de costes, nuevas líneas de ingresos a través de ayudas públicas que lleguen a de los fondos de la Unión Europea, participación en programas de ayudas y financiación europea y relaciones externas, que son los grandes bloques en los que se pueden desarrollar las sinergias entre las empresas municipales.

Además de la participación en ayudas públicas europeas, desde la Corporación se va a desarrollar una iniciativa de negocio para las empresas que la integran que consiste en utilizar sus activos inmateriales (referencias y experiencia) en proyectos internacionales apoyando a las empresas (locales-regionales-nacionales) que lo demanden. Por ello, existe una previsión de ingresos atractiva para las empresas municipales, aunque difícil de cuantificar en principio, pero con un efecto motivador hacia los empleados y con capacidad de motorizar la internacionalización de las empresas locales al ser una actividad que está en proceso de expansión”.

Lenguaje abstruso
Meditemos, por ejemplo, sobre el último párrafo: “Existe una previsión de ingresos atractiva para las empresas municipales, aunque difícil de cuantificar en principio…”. ¿Existe la previsión o no existe? Y si no se puede cuantificar, ¿cómo se puede decir que existe una previsión? ¿Es serio que una Corporación de Empresas Municipales se constituya sin un estudio previo de mercado o de cuantificación de sus previsiones de negocio o de ingresos?
Inasequible a la destrucción del lenguaje, el comunicado concluye diciendo que la Corporación tiene capacidad de “motorizar la internacionalización de las empresas locales al ser una actividad que está en proceso de expansión”. ¿Qué puede significar esta singular verborrea tecnocrática? Si, para tratar de entenderlo, recurrimos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y consultamos el término “motorizar”, hallamos el siguiente significado: “Dotar de medios mecánicos de tracción o transporte a un ejército, industria, etcétera”.
Así pues, podemos deducir que una de las funciones de la nueva empresa que creará Zoido será la de ‘internacionalizar’ (¿?) el parque móvil municipal, quizás porque el cerebro que ha diseñado esta operación provenga de Tussam, pues si no no se entiende tanta fijación con los motores. Y si seguimos consultando el Diccionario veremos que el palabro ‘internacionalización’ referido a economía no existe: es un invento, como el de esta Corporación empresarial plagada de ambigüedades.

Otra copia a Monteseirín

¿Qué no se quiere decir al emplear este obtuso y abstruso lenguaje? Pues, sencillamente, que Zoido está copiando una iniciativa más de Monteseirín, como ya, por ejemplo, le ha copiado el montaje de una Oficina para un Plan Estratégico -sin tener en cuenta que fue el sucedáneo que se inventó el PSOE en los tiempos de su coalición con Rojas Marcos para contrarrestar a la todopoderosa Gerencia de Urbanismo, entonces en manos del PA- y la de reconvertir las naves del Barranco en un mercado de productos ‘gourmet’ para turistas de alto poder adquisitivo.

Hace años que Monteseirín, que estaba llevando a la ruina a Tussam y a Lipasam pero quería camuflar el agujero económico que como un ‘maelstrom’ iba engullendo el dinero público, se inventó un ‘holding’ municipal, una especie de consorcio al que llamó Agrupación de Interés Económico (AIE).

Si se repasaran las hemerotecas se comprobaría que la creación de la AIE se trató de justificar con esta misma literatura tecnocrática de ahora: formación de sinergias que redundarían en increíbles ahorros de costes, mayor eficiencia, racionalización de los recursos, abaratamiento de las adquisiciones a los proveedores, captación de ayudas de la Unión Europea, participación en concursos internacionales y apertura de nuevos mercados en el extranjero. Sobre todo el del agua a modo y manera de Aguas de Barcelona, algunos de cuyos representantes se han paseado últimamente por Sevilla después de hacerlo por Huelva y tomar allí un 49% del capital social de la empresa de aguas de la capital onubense. ¿Acabará Emasesa yendo de algo más que de la mano de Agbar en materia de agua? ¿Albergándola incluso en su seno?

Como capas de cebolla

Todo este catálogo de aparentes buenas intenciones no eran más que capas de cebolla con las que envolver el núcleo del problema: la posibilidad de presentar un balance consolidado de la AIE como si todas las empresas municipales fueran una sola, de forma que los beneficios de Emasesa y Emvisesa equilibraran o enjugaran los números rojos de Lipasam y Tussam.

Monteseirín hizo de la necesidad virtud con la AIE como solución a un problema recurrente en su época: la dificultad de conseguir pólizas de crédito bancarias para pagar las nóminas a los empleados de Tussam porque los bancos no querían seguir financiando a una empresa con tales pérdidas, lo que obligó al Ayuntamiento a apuntalarla mediante el traspaso de patrimonio municipal, como fue el caso de las oficinas de la calle Diego de Riaño y un solar en el Prado de San Sebastián.

Uno de los hombres de confianza de Monteseirín, Fernando Martínez Salcedo, que luego lo dejaría en la estacada al optar por irse a Abengoa, ideó la creación de la AIE o consorcio de empresas municipales con la idea de meter en aquella coctelera las cuentas de todas las sociedades públicas y de ser quien negociara con la banca desde un balance unificado en vez de que lo hiciera Tussam aisladamente y se encontrara con la negativa a nuevos préstamos.

Un problema similar

Resulta cuando menos curioso que años después Juan Ignacio Zoido haya anunciado la conversión de la AIE en Corporación al presentársele el mismo problema de no tener dinero para pagar las nóminas de Tussam y tardar más de un mes en lograr que un banco, en este caso el Sabadell, aceptase concederle un crédito de once millones de euros.

Este hecho demuestra que la AIE no sólo no ha resuelto los problemas de fondo que se querían enmascarar, sino que además los ha agravado, pues hasta Emasesa, tradicionalmente la ‘joya de la corona’ del Ayuntamiento ha entrado en pérdidas bajo la gestión del hombre fuerte de Monteseirín, Manuel Marchena, con una previsión cuantificada (ésta sí) de 4,5 millones de euros pese a la fuerte subida del precio del agua para los sevillanos.

Al final, con la AIE en manos de Manuel Marchena ocurrió lo mismo que con el Plan Estratégico (el primer destino del amigo de Monteseirín tras su acceso a la Plaza Nueva), que se convirtió en una estructura paralela de poder que servía a los intereses del ya exalcalde al margen de sus socios políticos (IU en lugar del PA en sus dos últimos mandatos) y de los controles ordinarios del Ayuntamiento (la Intervención y el Pleno municipales).

Zoido, con su mayoría absoluta, no tiene esa necesidad de su antecesor, que siempre dependió de otras fuerzas políticas para ser alcalde, salvo que el nuevo regidor quiera reforzar y centralizar aún más su poder vicariamente a través de un hombre de su máxima confianza, Jesús Maza, que dirigirá la Corporación en su nombre.

El juego de las diferencias

¿Cuál es la diferencia entre la AIE y la Corporación de Empresas Municipales de Sevilla (CEMS)? Los exégetas del Ayuntamiento de la mayoría absoluta dicen que mientras que, como su nombre indica, la AIE era una especie de unión temporal de empresas municipales (UTE) y no una empresa propiamente dicha, la Corporación será una sociedad con formato de S. A. que ofrecerá más posibilidades a la hora de negociar con los bancos y de “enjugar las pérdidas de sociedades deficitarias”.

Los críticos de la AIE dijeron que gran parte de los ahorros que se iban a conseguir con las famosas sinergias municipales -ahora se habla de recortar 5 millones de euros a los gastos comunes- se podían lograr constituyendo una simple central de compras para todas las empresas del Ayuntamiento sin necesidad del invento de Martínez Salcedo.

Ahora se le da una vuelta de tuerca más a la figura creando una superestructura -y, por lo tanto, con la necesidad de dotarla de su propia cúpula directiva- que prestará servicios en materias como relaciones externas, proyectos corporativos, ahorro y eficiencia y nuevas líneas de negocio a Emasesa, Tussam, Lipasam, Emvisesa y Giralda TV a cambio de que éstas le abonen un canon que saldrá de sus propios presupuestos.

El modelo recuerda al de Cartuja-93, salvo que en Plaza Nueva en vez de en la isla. Con la AIE y la Corporación se ha acabado haciendo lo mismo que recomendaba Lampedusa en ‘El gatopardo’:

© Copyright 2024 Andalucía Información