Tengo en mi mesa de redacción una felicitación de una agencia de comunicación en la que nos desea un feliz 2010, aunque a continuación rectifica y dice que se ha pasado el nueve..., pero que pase pronto. Y es que no se aventuran buenas perspectivas económicas para el año que va a arrancar a las cero horas del próximo jueves, aunque el cava correrá por las gargantas en forma de gorgoritos, aunque los abrazos y los besos se repartan por doquier, aunque los móviles rompan los récords de sms felicitando la entrada en la nueva anualidad y aunque los pub, discotecas y salas de fiesta se llenen de gentes con cotillones, con ganas de juerga y hasta con ansias de encontrar ese amor que no pudo hallar en el fenecido 2008. No obstante, yo entiendo que para Jerez el año 2009 es el año de los grandes retos. El primero, básico e indiscutible, es atajar el paro. Esperemos que con el dinero de ZP o el Plan Menta se consiga, pero también se logre con proyectos que hagan que las grúas comiencen a funcionar y con la búsqueda de esas industrias de las que tan desasistida está nuestra ciudad. Quizá sea el año en el que haya que poner definitivamente en valor el Parque Tecnológico Agroalimentario y observar los avances que se vayan dando en la construcción de Ikea, del Palacio de Congresos o en la propia Ciudad de la Justicia, tan demandada como está.
El segundo debe hacer que Jerez no pierda su identidad y que la Universidad definitivamente sea un sostén de la población de la zona, con más titulaciones, asentando las que existen y hasta demandando, si falta hiciese, una Universidad propia que no tenga que estar al pairo de los vaivenes que se produzcan en la UCA. A ver si tenemos una UJE y no una UCA, porque de esta manera otras serían las sinergias que se producirían en el campus de La Asunción. Y un tercero podría y debería ser retomar proyectos tan ambiciosos como la recuperación para la ciudad del río Guadalete. Y es que Jerez debe ser la única ciudad que vive de espaldas a su río. Qué pena de aquel proyecto de los 60 de expandir la ciudad hacia el río y que finalmente durmió en el cajón de los imposibles.