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Primera vuelta pacífica, tensión en la segunda vuelta

Las elecciones en Brasil se desarrollaban ayer en un clima de absoluta normalidad, en el que la mayor tensión se observó en las nerviosas sonrisas de la candidata oficialista, Dilma Rousseff, y del opositor José Serra, en el momento de votar.

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Las elecciones en Brasil se desarrollaban ayer en un clima de absoluta normalidad, en el que la mayor tensión se observó en las nerviosas sonrisas de la candidata oficialista, Dilma Rousseff, y del opositor José Serra, en el momento de votar.

Rousseff, abanderada del Partido de los Trabajadores (PT) y clara favorita para ganar las presidenciales, votó en la ciudad de Porto Alegre, en el sur del país, y en su rostro reflejó las dudas que han sembrado las encuestas ante la posibilidad de una segunda vuelta.

“Nuestra militancia es aguerrida, es guerrera y no desiste nunca. Ella es mejor ante los obstáculos que ante las facilidades. No le temo a nada”, declaró tras emitir su voto la candidata apadrinada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y a la que las encuestas le atribuyen entre 50 y 51% de las intenciones de voto.

El margen de error de dos puntos porcentuales deja a Rousseff en el límite que la separa de una victoria definitiva hoy, o de tener que encarar una segunda vuelta, si no logra superar la mitad de los sufragios.

Confiada, aunque con la incertidumbre reflejada en una tímida sonrisa, Rousseff aseguró que “sea cual sea” el
resultado que arrojen las urnas, ella y su partido darán “una buena lucha”.

La misma tensión se vio en José Serra, abanderado del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que fue el último de los principales candidatos en acudir a las mesas.

Tras emitir su voto en un colegio cercano a su residencia en Sao Paulo, Serra pareció encomendar su suerte a las manos divinas y declaró que “si Dios quiere, habrá una segunda vuelta”.

Según todos los sondeos, Serra tiene en torno a un 30% de respaldo y sería el único candidato con posibilidades
de llegar a esa posible segunda vuelta frente a Rousseff.

En sus declaraciones a periodistas, Serra elogió el vigor de la democracia brasileña y aprovechó la oportunidad para deslizar alguna velada crítica a Rousseff y al PT.

Lula, quien no puede aspirar a un tercer mandato consecutivo por imperativos constitucionales, valoró la forma en que transcurría la jornada, que calificó de “espectáculo de democracia”.

El ex sindicalista fue candidato presidencial y perdió en 1989, 1994 y 1998, pero ganó finalmente en 2002.

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