Resurgió de sus cenizas en 2017 tras ser expulsado como líder del PSOE, fue investido presidente del Gobierno por primera vez en 2018 tras ganar una moción de censura y ahora Pedro Sánchez afronta nuevos retos de su 'manual de resistencia': vencer en las próximas elecciones y acabar con la "burbuja del sanchismo" que afirma que ha creado la derecha.
Con el adelanto de las elecciones generales al 23 de julio, Sánchez (Madrid, 29 de febrero de 1972) planteó un órdago al PP y a sí mismo, al dejar en manos de los electores su propio futuro político haciéndose directamente responsable de los malos resultados del PSOE en los comicios municipales y autonómicos de mayo.
El anuncio del adelanto electoral pilló por sorpresa incluso a miembros de su partido, pero era coherente con la trayectoria de Sánchez, quien a lo largo de los años ha demostrado sus dotes como estratega político, su capacidad de reinvención y su espíritu de resiliencia, que quedó plasmado en su biografía 'Manual de Resistencia'.
Sánchez, casado y con dos hijas, empezó su carrera política en 2004 como concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid y dio el salto al Congreso de los Diputados en 2009 al ocupar el escaño de Pedro Solbes.
Poco después de ser elegido secretario general del PSOE en 2014, el rey le encargó la formación de gobierno tras las elecciones generales de diciembre de 2015 al no contar Mariano Rajoy con el respaldo necesario, pero Sánchez fracasó en su intento con dos investiduras fallidas, pese al pacto suscrito con Ciudadanos.
La repetición electoral de junio de 2016 marcó un punto de inflexión para Sánchez, que asumió una de sus posturas más arriesgadas y polémicas de su carrera política con su negativa a la investidura de Rajoy como presidente del Gobierno.
Sánchez se enfrentó entonces a la mayoría del grupo parlamentario socialista (partidario de la abstención), renunció a su escaño y fue expulsado como líder del PSOE, pero en mayo de 2017 resurgió con el apoyo de la militancia, que lo eligió nuevamente como secretario general del partido en unas primarias.
Los acontecimientos empezaron a cambiar a favor de Sánchez, que en junio de 2018 se convirtió en el primer presidente del Gobierno de España investido tras ganar una moción de censura, presentada en este caso contra Rajoy, aunque el rechazo del Congreso a sus primeros presupuestos lo llevó a convocar elecciones en abril del 2019.
Sánchez ganó pero no logró apoyos suficientes para ser investido presidente, por lo que fijó una repetición electoral en noviembre de ese mismo año tras la que formó junto a Unidas Podemos el primer Gobierno de coalición de la historia de España.
Un Gobierno en el que Sánchez ha vivido numerosas crisis internas con sus propios socios, como las fuertes discrepancias que los enfrentó con la reforma de la ley del solo sí es sí, pero también retos llegados del exterior.
Al poco tiempo de ser investido presidente, Sánchez decretó el estado de alarma por la pandemia del coronavirus, y tuvo que afrontar a continuación catástrofes naturales como la nevada de Filomena o la erupción del volcán de la Palma, así como las consecuencias económicas y políticas de la guerra en Ucrania.
Entre los logros de su Gobierno, Sánchez suele destacar medidas como la aprobación de la reforma laboral (con una votación de infarto en el Congreso salvada a última hora gracias al error de un diputado del PP), la subida del salario mínimo interprofesional o la reforma de las pensiones.
Pero también ha habido decisiones que han provocado críticas no solo por parte de la oposición sino también entre miembros del PSOE, como la reforma del delito de sedición, la aprobación de la ley de memoria democrática o el cambio de postura respecto al Sahara Occidental, algo que el propio Sánchez ha negado.
A las puertas de unas nuevas elecciones generales, Sánchez está tratando de desmontar la imagen de persona fría, calculadora, ambiciosa y sin escrúpulos que, según denuncia, le quiere atribuir la derecha "política y mediática" por medio del concepto del 'sanchismo'.
Y en un intento por atraer a los votantes más moderados y a socialistas descontentos, Sánchez se afana en marcar distancias con partidos independentistas como EH Bildu o ERC, al asegurar que solo ha llegado con ellos a acuerdos parlamentarios "puntuales", y justifica medidas como el indulto a los líderes del procés como una forma de apaciguar la convivencia en Cataluña.
Sánchez, que ha superado dos mociones de censura presentadas por Vox en su contra, se ha hecho con las riendas de un PSOE donde las críticas internas apenas son visibles, salvo excepciones como las de los barones Emiliano Garcia-Page (Castilla-La Mancha) y Javier Lambán (Aragón), aunque su liderazgo al frente del partido dependerá ahora en buena medida de los resultados del 23J.
Todo ello sin perder de vista su dimensión en la política internacional, donde Sánchez destaca entre otros aspectos por su dominio del inglés y que ha coronado con hitos como su presidencia de la Internacional Socialista, su visita al presidente de los Estados Unidos en la Casa Blanca o su papel de anfitrión en la cumbre de la OTAN.
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