A primera hora de la mañana, la detonación de un artefacto explosivo frente a una gasolinera en la provincia de Narathiwat causó siete fallecidos y los trece heridos, tres de los cuales se hallan en estado crítico.
Según las primeras pesquisas, un presunto guerrillero islámico disfrazado de comerciante de verduras entró en una tienda y golpeó al propietario, que dejó inconsciente mientras colocaba la bomba.
El Ejército tailandés cree que el ataque fue una represalia por la detención a principios de mes de varios insurgentes.
Previamente, el jueves por la noche fueron acribillados a balazos un civil de 60 años y un agente de la Policía de 32 en la vecina provincia de Pattani.
Más de 3.500 personas han perdido la vida en el sur de Tailandia desde que los rebeldes islámicos reanudaron la lucha armada en enero de 2004, tras una década de escasa actividad guerrillera.
Los ataques con armas ligeras, asesinatos y atentados con bomba se suceden a diario en las tres provincias de mayoría musulmana de Narathiwat, Pattani y Yala, pese al despliegue de 31.000 agentes de las fuerzas de seguridad.
El estado de excepción que rige desde 2005 fue recientemente prorrogado durante un año más. A principios de 2008, el Gobierno tailandés admitió la relación entre la red terrorista Al Qaeda y los rebeldes.
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