Frente a un nutrido grupo de científicos y en un discurso emitido en directo por la televisión estatal, el mandatario precisó, no obstante, que la decisión no significa que el régimen iraní haya renunciado a la negociación con la comunidad internacional.
“Estamos dispuesto a dialogar sobre el intercambio de combustible nuclear....Nosotros comenzamos (con el enriquecimiento) aunque el camino de la negociación sigue abierto”, recalcó.
El anuncio fue acogido con “decepción” en Munich, donde ayer se clausuró la Conferencia Internacional de Seguridad.
Desde Roma, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, mostró un sentimiento similar e instó al resto de los países a “unirse” para frenar la “ambigua política” emprendida por el régimen de los ayatolá.
“Si la comunidad internacional permanece unida, todavía se está a tiempo para que las presiones sobre Irán y las sanciones tengan el efecto deseado”, resaltó el responsable norteamericano en un mensaje que parecía tener un destinatario principal: China.
Pekín, que compra casi un tercio del petróleo que consume a la República Islámica, se muestra reticente a aumentar la presión sobre Irán pese a la insistencia de Washington y de otros gobiernos de que el esfuerzo nuclear persa proyecta sombras.
En un aparente cambio de dirección, Ahmadineyad aseguró el pasado martes que su país no tiene problema alguno para enviar el uranio al exterior”.
La declaración del líder iraní pareció surtir efecto en la capital china, que se apresuró a indicar que las palabras del mandatario iraní mantenían abierta una puerta para una salida negociada del conflicto.
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