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España

El sistema sanitario se prepara para un tsunami en salud mental tras la pandemia

No hay grandes variaciones en el apartado de trastornos graves, pero los ciudadanos ya tienen más insomnio, ansiedad y peor ánimo que hace dos años

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  • La ministra de Sanidad, Carolina Darias. -

Una vez que, "a priori", ha pasado lo más crudo de la pandemia del coronavirus, el sistema sanitario no descansa y pone la mirada sobre las consecuencias que está teniendo y tendrá la covid más allá de las meramente físicas, preparándose para lo que puede llegar a ser un tsunami de trastornos mentales.

De momento, no hay grandes variaciones en el apartado de trastornos graves, pero los ciudadanos ya tienen más insomnio, ansiedad y peor ánimo que hace dos años, advierte el coordinador de Salud Mental del Servicio Cántabro de Salud, Óscar Fernández. "Ahí sí se nota", subraya.

Tanto este psicólogo como el jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Jesús Artal, han hablado, en entrevistas con Efe, de cómo se está trabajando en este campo profesional, para el que el Congreso de los Diputados ha dado el primer paso de cara a aprobar una Ley Integral sobre Salud Mental, que plantea tiempos máximos de atención y un aumento del número de profesionales.

Los efectos de la covid ya se ven, sobre todo, en la salud mental de la población joven y en los niños, pero "se viene diciendo que esa oleada invisible llegará a los adultos también por las condiciones socioeconómicas", asegura Oscar Fernández, que llama a "estar preparados".

Sin embargo, a corto plazo la preocupación es dar respuesta a la situación de pequeños y jóvenes porque, "si no se atiende, va a tener consecuencias en el futuro".

El reto es doble. Por un lado, responder al aumento de la demanda asistencial y, por otro, prevenir casos mediante la educación y los servicios sociales.

El juego, las redes sociales y, en general, el inadecuado uso de las tecnologías son algunos de los caballos de batalla de la salud mental que han venido para quedarse en los últimos años.

La voz autorizada para hablar de salud mental es el jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Jesús Artal avisa de ese "tsunami de problemas de salud mental generados por la pandemia".

"La buena noticia es que todavía no ha llegado en los adultos. Probablemente llegará y tenemos que prepararnos", coincide Artal.

Este psiquiatra explica que la mayor parte de la población ha sufrido el aumento de algunos síntomas como la irritabilidad, el insomnio, el consumo de sustancias o el miedo, aunque "casi nunca con la suficiente intensidad para considerarlo un trastorno".

Sin embargo, para personas predispuestas a padecer problemas de salud mental, la pandemia ha sido un "factor desencadenante de patologías".

Las "cifras duras" (hospitalizaciones psiquiátricas, urgencias o suicidios) no han llegado aún, aunque Artal precisa que "suelen ir con retraso" respecto a la demanda asistencial, que ya ha crecido cerca de un 20 por ciento.

"Optimista por naturaleza", el jefe de Psiquiatría de Valdecilla insiste en que no se vive un estrés igual desde la II Guerra Mundial, pero recuerda que, hasta ahora, se han "superado todas las desgracias, con menor o mayor fortuna".

Además, espera que esta ola de trastornos causada por la covid en adultos "sea atenuada y en meseta". "Eso nos da tiempo, preparémonos", pide.

EL SUICIDIO, AÚN ALGO TABÚ

Otro problema a abordar, en esta situación histórica, es el suicidio, que el coordinador de Salud Mental de Cantabria lamenta que siempre haya estado rodeado por "un cierto tabú", porque es "doloroso hablar de él".

Oscar Fernández reconoce que siempre ha habido "un pacto tácito" entre medios de comunicación y sanitarios para "silenciarlo", pero considera que ya "hay que hablarlo de forma responsable" y apuesta por actividades preventivas porque los casos vienen aumentando en las últimas décadas, aunque no cree que haya "una pandemia del suicidio".

A su juicio, Cantabria parte "de una situación privilegiada" respecto al resto del país, ya que tiene las cifras más bajas de suicidio, al igual que España se mueve en números mejores que Europa.

"Pero tenemos que aprender. Cada suicidio individual es una tragedia para la persona y su entorno, hay que tratar que esa curva logremos doblegarla", afirma.

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