Maestro o Ministro

Publicado: 17/05/2018
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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La etimología, el origen de las palabras, debiera estar obligada en la formación de los jóvenes
Una de las mayores pérdidas del actual sistema educativo es la eliminación progresiva delas lenguas clásicas, el latín y el griego. Con desatino se les han llamado lenguas muertas, cuando en verdad están más vivas que nunca porque en ellas reside el origen de nuestro vocabulario, ese no adulterado por neologismos de la supuesta modernidad. La etimología, el origen de las palabras, debiera estar obligada en la formación de los jóvenes, otorgándoles la razón de las palabras y la capacidad de usar con mejor habilidad el lenguaje. Si los censores de tiempos pasados postergaron palabras como ósculo o tabernáculo, por mal sonantes, bien debieran haber deducido que en la génesis de ambas no se ocultaba ningún sentido peyorativo. Que un ósculo sea un beso pudoroso, con la boca pequeña, o que el tabernáculo en lugar de un antro lujurioso sea la tienda de campaña donde se guardaba el Arca de la Alianza, son buenas muestras de que el desconocimiento del verdadero significado de las palabras sea oscurecido por los prejuicios de su fonética.La inquieta etimología nos enseña y nos sorprende a veces por las paradojas presentes en la rica Lengua española. Una de las más sorprendentes resulta al descubrir que en su origen la hermosa palabra Maestro significa el que tiene más capacidades, mientras que en sentido opuesto la mengua de capacidades se le atribuía al Ministro.

Parece que los tiempos que vivimos quisieran demostrar lo acertado de la etimología de estas dos palabras. De maestro y magister ya hablamos en su momento al referirnos al anglicismo Máster, hoy tan en cuestión. Por su parte las sucesivas contradicciones, destemplanzas y negaciones de los miembros del actual ejecutivo español parecen dar la razón al justo origen, en cuanto a sus capacidades, de Ministro. Los desafortunados circunloquios del Presidente, las desaforadas declaraciones del responsable de Justicia, las contradicciones del competente en materia de Hacienda acerca del origen de los fondos para abrigar un supuesto referéndum, o las manifiestas trifulcas públicas entre sus miembros, otorgan mayor valor al origen de la palabra Ministro. Es justo reconocer que aún es difícil acomodar la política a los tiempos de la inmediatez que imponen las explosivas redes sociales, pero como me aconsejaba mi abuela nunca hay que alejarse de la templanza.

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