no es casual, y como bien sabemos se corresponde con el aniversario del nacimiento o de la muerte de grandes autores de la literatura universal. Muy especialmente de dos de ellos, Cervantes y Shakespeare. Ambos escritores fueron igualmente pródigos en incluir en sus obras plantas que contenían una simbología especial. De todas aquellas que citan es interesante la sutileza con que ambos alaban al sauce, recogiendo con ello el uso popular que desde siempre se le otorgó como antídoto contra el resentimiento.
Si tenemos que buscar en la naturaleza una flor resentida esa es la de la zarzamora. Si bien pertenece a la misma familia de las rosas, es evidente que no tiene la consideración de dulzura que si poseen las grandes flores de aquella otra. Aunque sus frutos son bien apreciados, sin embargo, sus retorcidos y enjambrados tallos ornados de punzantes aguijones hacen de ella una trampa mortal para quien cae entre sus redes. Como en una tela de araña, cuanto más intenta evadirse la víctima más engullida es por tan armadas ramas. Es su peculiar venganza por tan gran resentimiento acumulado durante millones de años. No es de extrañar que León, Quintero y Quiroga se preguntaran que tenía la zarzamora que a todas horas lloraba por los rincones. Es puro resentimiento lo que desprenden los versos de aquella conocida copla, permitiéndonos imaginar el rencor y la insatisfacción por el daño recibido, siempre presente a pesar de los años. En la misma idea recae Shakespeare en varias de sus obras, así en ‘Como gustéis’ Rosalinda le dice a Orlando:Cuelga odas de las ramas de los espinos y elegías de las de los zarzales; presumiendo que la zarzamora solo presagia lamentos.
La paradoja es que las zarzas suelen vivir en los bordes de las saucedas y mimbrales que se extienden por los ribazos de ríos y arroyos permanentes. Actúan como una orla protectora de fresnos, chopos, olmos, alisos y sauces, defendiendo con sus espinas a las semillas germinadas frente a sus depredadores.
Solo cabe echar mano del sauce para espantar al resentimiento, que como soñaba Don Quijote los sauces destilaban maná sabroso. A Otelo, el mejor retrato del resentido, Desdémona le corea: ‘Canta sauce, sauce, sauce. Los frescos arroyos corrían asu lado y murmuraban sus gemidos,sus lágrimas saladas caían de ella yablandabanlas piedras. Todo un sauce verde debe ser mi guirnalda’, concluía indicando la forma de acabar con el sortilegio.
Si tienes cerca de ti a una persona resentida no olvides regalarle el próximo día 23 un libro y una ramita de sauce.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es