Dos remodelaciones autonómicas se han producido la última semana. Andalucía y Cataluña han modificado sus estructuras o los componentes de sus gobiernos. Ambas han sido tramposas. Por motivos distintos.
La de Andalucía empezó con las ínfulas de un cambio de gobierno pero la crisis sólo parió un ratón, un ratón andaluz ¡por supuesto! El sector de Ciudadanos que quería un cambio en las consejerías ha conseguido un relevante cambio de los nombres de las consejerías, haciéndolos larguísimos, y un trasvase de competencias en la administración autonómica que, básicamente, benefician al Partido Popular en los tiempos en que se aproximan grandes sumas de fondos europeos que administrará una consejería de los populares. Los restantes vaivenes de competencias son muy trascendentales para los afectados pero menudencias que pasan desapercibidas para el gran público. Como lo fueron la ristra de dimisiones y remociones de cargos de las consejerías que durante el primer año de mandato prefirieron no estar en la Junta de Andalucía. Los partidos y la prensa los destacaba, la opinión pública pasaba de ellos. De esta remodelación, también, aunque les pese a Marín y Bendodo.
En Cataluña las cosas han sido más complicadas. Como el presidente Torra lo es por delegación de Puigdemont, éste le ordenó un cambio, para mejorar “el govern”. La finalidad obviamente era otra: quitar a la consejera que seguía a la antigua Convergencia - que le queda la baza de Artur Mas- y remover a los no fieles, como al consejero de Interior, que no se había puesto del lado de los alborotadores -aunque fueran independentistas- sino de los Mossos. ¡Todo un presidente!
La papeleta se le va a plantear a Esquerra Republicana. Tiene la vicepresidencia del gobierno catalán y la presidencia del parlamento y a ambos ha anunciado Torra que no piensa acatar la inhabilitación que tiene próxima. La encerrona que preparan Puigdemont y Torra es poner a prueba a Esquerra. Si hacen lo que quieren, serán buenos independentistas, si no, traidores. Nunca lo ha tenido más fácil Esquerra para escabullirse de la trampa. Con acogerse a las leyes y al estatuto tienen bastante. Además hay cuatro diputados de las listas de Torra en el parlament que no responden a él sino a Artur Mas. A destacar que cuatro exconvergentes en Madrid están dispuestos a negociar los presupuestos.
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